En BIBLIOTECA
​El sumo sacerdote bajo el Antiguo Testamento, habiendo hecho los sacrificios requeridos en el día de la propiciación, entró al lugar santísimo con sus manos llenas de incienso de un dulce olor, el cual puso en el fuego delante del Señor. Así, el gran sumo sacerdote de la Iglesia, nuestro Señor Jesucristo, habiéndose ofrecido por nuestros pecados, entró en el cielo con el dulce aroma de sus oraciones a favor de su pueblo. Su deseo eterno por la salvación de su pueblo es manifiesto en el versículo citado al principio: "Padre... quiero... que vean mi gloria" (Jn.l7:24).
Descargar archivo

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar