En BOLETÍN SEMANAL
​​  Los hijos de Israel cuestionaban el poder de Dios y dudaban de que pudiera hacer algo para salvarlos a ellos o salvarlos de la situación en la que se encontraban bajo el domino del imperio Persa, del mismo modo que los hombres en la actualidad tienden a dudar del poder de Dios.   ¡Qué ignorancia ! Escuchemos lo que nos dice la Escritura:  "Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé" (Is. 45:12).

Esa es la medida de su poder. El Dios a quien adoramos, el Dios que es Padre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es también el Creador. Por una mera palabra lo hizo todo. El habló y se llevó a cabo.

Leamos acerca de sus acciones en el Antiguo Testamento, de sus maravillosos hechos. Su nombre «El» significa el Poderoso o el Fuerte. ¿Dudas de su poder para controlar a los hombres? Isaías te da la respuesta:

 «He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo» (Is. 40:15).  «Como nada son todas las naciones delante de él y en su comparación será estimadas en menos que nada, y que lo que no es» (Is. 40: 17).

Estas no son meras palabras, ni el resultado del vuelo de una imaginación poética. Si queremos comprobar que son verdad leamos los libros de historia secular que confirman la historia y las enseñanzas del Antiguo Testamento. Cuando Isaías dijo estas palabras la situación de Israel parecía desesperante.

Habían sido conquistados y serían llevados en cautividad por el poder más grande que el mundo haya conocido. Parecía imposible que regresaran algún día. Sin embargo, volvieron. No fue por su propia acción, porque nada podían hacer; fue sencillamente una manifestación del tremendo poder de Dios.

Y es así como sigue actuando a lo largo de la historia para el bien de su pueblo y para la Gloria de su Nombre.

Quizá preguntes: ¿El mal como principio no es más poderoso? La respuesta es esta: «Yo formo la luz y creo las tinieblas . . . hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto» (Is. 45:7). Crear adversidad no significa crear el pecado. Significa que El hizo que la tristeza, la miseria y la desgracia sean consecuencia y resultado del pecado. Más aún, la Biblia enseña que el pecado y Satanás no escapan ni están fuera del control de Dios. El los permite actuar, pero les pone límites y finalmente los destruirá. «¿Por qué los permite ahora»?, preguntas. La respuesta es:  «Mas antes, oh hombre, ¿quien eres tú, para que alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho asf?» (Ro. 9:20).

No tenemos una respuesta determinante pero esto sabemos, que cuando la muerte, el infierno, y la maldad ejercieron su máximo y total poder contra nuestro Señor y Salvador Jesucristo, fueron completamente vencidos y derrotados por la manifestación más poderosa de poder que el mundo jamás haya conocido, cuando El se levantó triunfante de los muertos. «Para Dios todo es posible». El es Todopoderoso; su poder no tiene límite.

2. ¿Qué podemos pensar de su amor y su preocupación por nosotros?
Cuanto más enfatizamos su poder más agudamente surge esta segunda pregunta: ¿Nos ama? ¿Tiene interés en nosotros?  ¿Por qué no hace algo, entonces? Tales eran las preguntas formuladas por Israel; la gente en la actualidad pregunta lo mismo. Dios responde a las preguntas revelando al profeta lo que estaba haciendo y lo que se proponía hacer. Corrigió la terrible ignorancia que existía respecto de su amor y su interés por el pueblo.

Demostró que estaba trabajando silenciosa y discretamente todo el tiempo. «Yo lo [Ciro] desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos» (ls. 45: 13). Pensaban que El no hacía nada Todo el tiempo estaba trabajando y llevando a cabo sus propósitos. ¿Se había olvidado de Israel? ¿No tenía interés en ellos? Tenía preparado para ellos un grande
y glorioso futuro y para ese fin estaba haciendo provisión para ellos. A pesar de su desobediencia y pecado, a pesar de todo lo que era verdad acerca de Dios y su actitud hacia El, todavía amaba a Israel y planeaba su salvación Isaías ya no puede controlarse y exclama: «Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas» (Is. 45:15). El vio que Dios todavía era el Dios de Israel y así como lo había salvado de Egipto y del Mar Rojo, del desierto y de sus enemigos, los salvaría de todas sus calamidades. Si has creído en El por medio de Jesucristo, si te has arrepentido y aceptado su gran salvación te aseguro que no importa cuán tenebroso y difícil sea lo que te está ocurriendo y cuán imposible de comprender, El sigue siendo tu Dios, que te ama todavía y cuida de ti, y todavía tiene vigencia la promesa: «No te dejaré, ni te desampararé» (Jos. 1:5). Sí, así lo expresó perfectamente Pedro a los que sufrian tribulaciones que no llegaban a comprender: «Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 P. 5:6, 7). Nunca dudes de que El te cuida.

3. Quizá nuestra ignorancia sea mayor con respecto a los caminos de Dios. Este es uno de los grandes temas de Isaías como ya hemos visto en algunas de nuestras citas y se destaca tan notablemente en nuestro texto. Sus caminos no son nuestros caminos. Al no poder entender tendemos a dudar ya cuestionar. ¡Qué insensatez! «Dios obra por senderos misteriosos las maravillas que el mortal contempla». Pareciera que hace exactamente lo opuesto de lo que nosotros esperamos.

Usó a Ciro, un gentil, para salvar a su pueblo escogido. A veces no parece hacer nada Pasan años y largos períodos cuando Dios parece estar inactivo y en nuestra impaciencia clamamos: «¿Por cuánto tiempo?» Dios parece haber perdido el control y todo aparentemente sale mal. Qué insensatez pensar de ese modo. Parecía haberse olvidado de su pueblo en Egipto, pero a su
tiempo y en su manera, eventualmente los hizo salir.

Permitió que estuvieran setenta años en Babilonia pero había planificado su retomo a Jerusalén antes de que fueran tomados cautivos. Durante cuatrocientos años la voz del profeta se había callado. No hubo palabra después de Malaquías. Pero «cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos» (Gá. 4:4, 5).

Sigue actuando de esa manera a través de los siglos. Con Dios »mil años … son como el día de ayer». A su tiempo y a su manera El actúa, El obra. Todas las cosas han sido planificadas «desde antes de la fundación del mundo. El proyecto es perfecto; el plan es completo. Nada fallará.

Leamos la historia del pasado y veamos como confirma las profecías. Luego, leamos los profetas con respecto al futuro. Después de hacer esto nos reiremos de nuestros temores y sobresaltos, nuestras predicciones de mal y nuestras dudas, y exclamaremos con Isaías: «Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas» (Is.45:15).

¿Qué otra cosa podemos decir? ¿Hay algún otro comentario que es adecuado para la situación? Sólo uno y es más grande aún, esa tremenda exclamación de San Pablo al contemplar el plan futuro de Dios para Israel y el mundo: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A El sea la gloria por los siglos. Amén» (Ro. 11:33-36). Digamos también nosotros: ¡Amén y Amén!

Extracto del libro: “¿Por qué lo permite Dios?” del Dr. Martyn Lloyd-Jones

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