En BOLETÍN SEMANAL

​Aspectos del perdón:

Expresa la virtud más sublime del hombre
El hombre exhibe lo majestuoso que es como creación a la imagen de Dios cuando perdona. Proverbios 19:11 dice: «El discernimiento del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa».

Libra de culpa a la conciencia
La falta de perdón no sólo se levanta como barrera obstruyendo el perdón de Dios sino que también interfiere con la paz, felicidad, satisfacción e incluso el funcionamiento adecuado del cuerpo. Según 2 Corintios 2:10, 11, cuando tenemos un corazón que no perdona, le damos a Satanás ventaja sobre nosotros.

Beneficia al cuerpo de creyentes
Probablemente pocas cosas han causado mas problemas a la paz en la iglesia como los conflictos que no se han resuelto entre sus miembros. El salmista advierte: «Si en mi corazón yo hubiese consentido la iniquidad, el Señor no me habría escuchado» (Sal. 66:18). El Espíritu Santo no puede funcionar libremente entre aquellos que guardan rencor y resentimiento (Mat. 5:23,24).

Libra de la disciplina de Dios
Donde hay un espíritu que no perdona, hay pecado; y donde hay pecado, habrá castigo. Hebreos 12:6 dice: «Porque el Señor disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe como hijo». El pecado del cual no se arrepintió la iglesia de Corinto ocasionó que muchos creyentes fueran débiles, enfermos y hasta murieran (1 Cor. 11:30).

Activa el perdón de Dios
El perdón de Dios es probablemente la razón más importante por la cual debemos perdonar a los demás. Esta razón es tan vital que Jesús la reafirma al cierre de su modelo para orar (Mat. 6:14, 15). No hay nada en la vida cristiana que sea más importante que el perdón, que perdonemos a los demás y que Dios nos perdone a nosotros. Puesto que Dios nos trata tal como tratamos a los demás, debemos perdonar a los demás con la misma libertad y gracia con la que él nos perdona a nosotros.

LA MUESTRA DE UN ESPÍTIRU QUE PERDONA
Como una especie de posdata de la Oración de los discípulos, Mateo 6:14,15 es el comentario de nuestro Salvador sobre la petición del versículo 12, la única petición a la que ofrece una apreciación adicional. Obviamente, las verdades aquí son de vital
importancia: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas».
La primera parte de! principio es positiva: «Si perdonáis a los hombres sus ofensas». Los creyentes deben perdonar como aquellos que han recibido el perdón judicial de Dios. Cuando su corazón está lleno de ese espíritu perdonador, «tu Padre celestial también te perdonará». Los creyentes no pueden conocer el perdón paternal que viene de Dios, por el cual se mantiene una abundante comunión con el Señor e innumerables bendiciones suyas, si no perdonan a los demás de corazón y palabra.
El verbo que se traduce «perdonar» (afiimi) significa literalmente «lanzar lejos». Pablo tenía pensado eso cuando escribió: «Por esta razón recibí misericordia, para que Cristo Jesús mostrase en mí, el primero [de los pecadores], toda su clemencia» (1 Tim. 1:16; cf Mat. 7:11).

Un espíritu que no perdona no sólo es contradictorio para alguien que ha sido totalmente perdonado por Dios, sino que conlleva el castigo de Dios en lugar de su misericordia.

Nuestro Señor ilustra la respuesta despiadada en la parábola del hombre al que se le perdonó una deuda inmensa (Mat.18:21-35). «El reino de los cielos es semejante a un hombre que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y cuando él comenzó a hacer cuentas, le fue traído uno que le debía diez mil talentos» (VY. 23,24). Un talento equivalía a seis mil denarios, y los obreros ganaban un denario cada día laborable. Este esclavo hubiera tenido que trabajar seis días a la semana durante mil emanas (algo más de 19 años) para ganar solamente 1111 talentos.  Puedes imaginar que «él no podía pagarlos, [así que] su señor mandó venderlo a él, junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, y que se le pagara. Entonces el siervo cayó y se postró delante de él diciendo: ‘Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo'» (vv. 25,26). Su deuda era inmensa y hubiera sido imposible para él pagarla. No obstante, «el señor de aquel siervo, movido a compasión, le soltó y le perdonó la deuda» (v. 27). En el simbolismo de la parábola, al hombre se le perdona su deuda impagable, la cual representa al pecado, y halla misericordia, lo cual representa la salvación. Sin embargo el hombre abusa de este regalo maravilloso:

Pero al salir, aquel siervo halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y asiéndose de él, le ahogaba diciendo: «Paga lo que debes». Entonces su consiervo, cayendo, le rogaba diciendo: «¡Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré». Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que le pagara lo que le debía (vv, 28-30).

Esta deuda, aunque era una suma considerable (el sueldo de tres meses), pudo haberse pagado, pero era una cantidad insignificante comparado con lo que debía él mismo.   El Señor describe lo que sucedió después:
Cuando sus consiervos vieron lo que había sucedido, se entristecieron mucho; y fueron y declararon a su señor todo lo que había sucedido. Entonces su señor le llamó y le dijo: «¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, así como también tuve misericordia de ti?». Ysu señor, enojado, le entregó a los verdugos hasta que le pagara todo lo que le debía. Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano (vv, 31-35 J.

Esa es una representación de alguien que recibe ansiosamente el perdón de Dios pero que no está dispuesto a perdonar a los demás. Espero que no estés guardando rencor, y que no se haya olvidado de la gran misericordia que recibió de Dios.
Mateo 6:15 capta la esencia de esta parábola y su significado para los creyentes: «Si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas». El pecado de un corazón que no perdona y un espíritu amargado (Heb. 12:15) pierde la bendición e invita al castigo.

Cada creyente debe tratar de manifestar el espíritu perdonador de José (Gén. 50:19-21) y de Esteban (Hech. 7:60) tan a menudo como sea necesario. Recibir perdón de! Dios santo y perfecto, v luego rehusarse a perdonar a los demás cuando somos pecadores es la personificación del abuso de la misericordia. Y «habrá juicio sin misericordia contra aquel que no hace misericordia. ¡La misericordia se gloría triunfante sobre el juicio!» (Stg. 2:13).

Extracto del libro: A solas con Dios, de John MacArthur

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