​1.Dios, el supremo Señor y Rey de todo el mundo, ha instituido a los magistrados civiles para estar sujetos a Él, y que deben gobernar al pueblo para la gloria de Dios y el bien público; y con este fin les ha armado con el poder de la espada, para la defensa y aliento de los que hacen lo bueno, y para el castigo de los malhechores. 1

1) Rom. 13:14; 1 P. 2:13,14

2. Es lícito para los cristianos aceptar y desempeñar el cargo de magistrado cuando sean llamados para ello. En el desempeño de su cargo deben mantener especialmente la justicia y la paz,2 según las leyes sanas de cada reino y Estado; así con este fin, bajo el Nuevo Testamento, pueden legalmente ahora hacer la guerra en ocasiones justas y necesarias.3

2) 2º Sam. 23:3; Sal. 82:3,4
3) Lc 3:14

3. Como los gobernantes civiles son puestos por Dios con los propósitos ya mencionados, los cristianos están sujetos a ellos en los requisitos legales, y esto por causa del Señor y de la conciencia y no meramente para evitar castigo.4 Debemos ofrecer suplicas y oraciones a favor de los reyes y de los que están en una posición de autoridad, para que bajo su gobierno podamos vivir quieta y reposadamente en santidad y honestidad.5

4) Rom. 13:57; 1ª Ped.2:17
5) 1ª Tim. 2:1,2

Confesión de Fe de Londres de 1689

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