Ya hemos visto lo que significa estar objetivamente «en Cristo». Pero ¿Qué significa para Cristo estar subjetivamente» en nosotros» y para nosotros estar» en Él»? Nuestra unión subjetiva con Cristo implica la aplicación de la redención, mientras que la unión objetiva se refiere al plan y la realización de dicha redención.
- Uno, nuestra unión con Cristo es espiritual, en dos sentidos diferentes:
- Espiritual, con referencia a la obra del Espíritu Santo. Somos creados en Cristo Jesús o injertados en Cristo por el poder del Espíritu Santo. (Juan 3:3,5) Somos unidos a Cristo no por la voluntad de los hombres sino por la voluntad de Dios (Juan 1:13).
- Espiritual, en oposición a cualquier tipo de unión panteísta de la naturaleza o de la esencia. Nosotros no venimos a ser Cristo, ni Él es nosotros. Cristo viene a morar en el creyente sin ninguna confusión, mezcla o combinación de sus respectivas naturalezas.
- Dos, nuestra unión con Cristo es vital, en dos sentidos:
- Vital, porque nos da vida. Cuando somos traídos a la unión con Cristo, somos resucitados de la muerte espiritual (Ef.2:1-10). “Esto significa que en Cristo nos es dada vida eterna, como lo dijo Juan 15:5, Él es la vid y de Él recibimos esta vida: Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Os escribo estas cosas a vosotros, que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1Jn 5:11-13)
- Vital, en el sentido de que es absolutamente necesaria para la salvación, sin ella estamos perdidos.
- Tres, nuestra unión con Cristo es salvadora. Nos libra de la ira de Dios (Rom.8:1; 5:9 etc.). Por medio de esta unión, somos rescatados del reino de las tinieblas y trasladados al Reino de Cristo (CoI.1:13). Somos hechos criaturas nuevas (1Cor.5:17).
- Cuatro, nuestra unión con Cristo es santificadora. En El somos librados no solo de la culpa de nuestros pecados, sino también de su poder dominante y esclavizante (Rom 6:14,18,22). Y un día nuestra unión con Cristo traerá como resultado que nuestra alma y cuerpo sean santificados completamente. Por lo tanto, no podemos alegar que somos de Cristo si todavía andamos en el pecado (1 Jn.3:9).
- Cinco, nuestra unión con Cristo significa también comunión íntima con Dios. Ahora podemos tener compañerismo con Dios (1Jn.1:3). Ahora podemos acercamos confiadamente delante de Dios sin temor (Ef.3:12). Si no estamos» en Cristo» o Cristo no está» en nosotros», la comunión es como un puente roto en alguna de las dos orillas. No podemos tener comunión con Dios por ningún otro camino que no sea éste.
- Seis, nuestra unión con Cristo es indisoluble (Rom 8:31¬39). Nadie puede separamos de nuestra unión con Cristo. Aunque el impío arroje a un hijo de Dios a la prisión, jamás podrá separar a este creyente de Cristo. Nuestra unión con Cristo es eterna, es para siempre, nada ni nadie nos puede separar de El. Es una bendición que no se puede perder.
- Siete, nuestra unión con Cristo es en un cuerpo (corporativa). Estamos unidos en las alegrías y tristezas de nuestros hermanos y hermanas espirituales (1Cor.12:26-27). La verdadera unidad espiritual corporal solamente es posible donde la unión con Cristo es una realidad.
- Ocho, nuestra unión con Cristo es eficaz e infalible. No puede fallar en traer la salvación eterna a todos los que está en Cristo. El vino para hacer la voluntad de Dios y su voluntad fue que Cristo no perdiera a ninguno de los elegidos, sino que infaliblemente los resucitara a todos en el día postrero (Jn.6:37-40).
- Nueve, nuestra unión con Cristo es perfecta y completa. Nuestra unión con Cristo nos provee todo lo que necesitamos. No hay nada que nos falte, todo ha sido hecho por Cristo para nosotros. Por ello dijo Pablo en Col. 2:10 que estamos completos en Él.
- Diez, nuestra unión con Cristo es personal. Debes entrar en unión con Cristo. Debes someterse a El y recibirle como su Señor y Salvador; y también como tu Profeta, Sacerdote y Rey.
Al mismo tiempo que la unión con Cristo es en un cuerpo, no es genética. Así que, no debemos ser engañados pensando que estamos» en Cristo'» meramente porque nuestros padres sean creyentes, o porque hemos sido bautizados. Uno debe ser salvado personalmente, debe experimentar personalmente esta unión. No hay herencia ni «padrinos»; porque si no somos de Él, solo nos espera la miseria eterna. “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes “(Rom 9:6-8 RV1960)
Al concluir nuestro estudio de la doctrina bíblica de la unión con Cristo, debemos responder varias preguntas:
¿Quién es el autor y originador de la unión con Cristo? ¿Es Dios o el hombre? ¿Estamos «en Cristo» porque creímos o llegamos a creer porque estamos «en Él»? En 1 Cor.1:30 encontramos estas claras palabras: «Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús”.
No hay lugar aquí para ninguna otra interpretación, más que Dios mismo es el autor de nuestra unión con Cristo. La fe es entonces un regalo de Dios otorgado a todos aquellos que estaban objetivamente» en Cristo». Cada aspecto de nuestra salvación fluye de nuestra unión con Cristo, por lo que ninguna cosa de nosotros puede ser la causa de nuestra unión con Cristo.
No existe ningún motivo humano para tal unión. No, nosotros miramos hacia atrás a la misteriosa voluntad de Dios. Cómo y porqué Dios escogió solo a algunos para estar «en Cristo» desde la eternidad, es algo que permanecerá como un misterio hasta que Dios lo revele en el cielo (si a Él le place). Es suficiente saber que estamos en Cristo, que somos de Él, y que ésta es la voluntad de Dios. La fe no pide más.
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Extracto tomado del libro: Unión con Cristo, de Albert N. Martin