1.- Los deberes generales
Los hijos tienen un deber hacia sus padres que, bajo la ley de Dios y la naturaleza, deben cumplir a conciencia. “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo”. Y también: “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo; porque esto agrada al Señor” (Ef. 6:1; Col. 3:20).
Estas son las cosas en las que los hijos deben dar a sus padres la honra que merecen.
Primero, deben siempre considerarlos a ellos mejores que a sí mismos. Observo un espíritu vil en algunos hijos, que miran con desprecio a sus padres y sus pensamientos con respecto a ellos son despectivos y desdeñosos. Esto es peor que comportarse como un pagano; los que actúan de esta manera, tienen el corazón de un perro o una bestia que muerde a los que lo gestaron y a la que les dio vida.
Objeción: Pero mi padre es ahora pobre y yo soy rico, y sería disminuirme o, por lo menos, un obstáculo para mí, mostrarle el respeto que le mostraría si las cosas fueran distintas.
Respuesta: Te digo que argumentas como un ateo o una bestia y tu posición en esto es totalmente opuesta a la del Hijo de Dios (Mr. 7:9-13). Un talento y un poco de la gloria de una mariposa, ¿tienen que convertirte en un ser que no ayuda y no honra a su padre y a su madre? “El hijo sabio alegra al padre, mas el hombre necio menosprecia a su madre” (Pr. 15:20). Aunque tus padres se encuentren en la posición más baja y tu en la más alta, él sigue siendo tu padre y ella tu madre y debes tenerlos en alta estima: “El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos de la cañada lo saquen, y lo devoren los hijos del águila” (Pr. 30:17).
Segundo, debes mostrar que honras a tus padres con tu disposición de ayudarles en lo que necesiten. “Pero si alguna… tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres;…”, dice Pablo, “porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios” (1 Ti. 5:4). José observó esta regla con respecto a su pobre padre, aunque él mismo estaba casi a la altura del rey de Egipto (Gn. 47:12; 41:39-44).
Además, observa que debes “recompensar a tus padres”. Hay tres cosas por las cuales, mientras vivas, estarás en deuda con tus padres.
1.- Por estar en este mundo. De ellos, directamente bajo Dios, recibiste la vida.
2.- Por su cuidado para preservarte cuando no podías hacer nada por tí mismo, no podías cuidarte ni encargarte de tus necesidades
3.- Por los esfuerzos que ellos hicieron para criarte. Hasta que no tengas hijos, no podrás comprender los esfuerzos, desvelos, temores, tristezas y aflicciones que han sufrido tus padres para criarte y, cuando lo comprendas, será difícil sentir que ya los has recompensado por todo lo que hicieron por ti. ¿Cuántas veces han saciado tu hambre y arropado cubierto tu desnudez? ¿Qué esfuerzos han hecho a fin de que tuvieras los medios para vivir y triunfar aun cuando ellos ya hayan muerto? Es posible que se hayan privado de alimento y vestido y que se hayan empobrecido para que tu pudieras vivir como un hombre. Es tu deber, como hombre, considerar estas cosas y hacer tu parte para recompensarlos. Las Escrituras así lo afirman, la razón así lo afirma y sólo los perros y las bestias pueden negarlo. Es deber de los padres cuidar a sus hijos y es el deber de los hijos, recompensar a sus padres.
Tercero, por lo tanto, con una conducta humilde y filial demuestra que hasta este día, recuerdas con todo tu corazón el amor de tus padres.
Todo esto, sobre la obediencia a los padres, en general.
2.- A los hijos impíos
También, si tus padres son piadosos y tu eres un impío, como lo eres si no has pasado por […] el nuevo nacimiento, debes considerar que con más razón el deber de respetarlos y honrarlos, no sólo como padres en la carne, sino como padres piadosos; porque tu padre y tu madre han sido designados por Dios como sus maestros e instructores en el camino de justicia. Por lo tanto, como dijera Salomón: “Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre: Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello” (Pr. 6:20, 21).
Ahora, te insto a que consideres esto:
1.- Que ésta ha sido siempre la práctica de los que son y han sido hijos obedientes. Sí, de Cristo mismo para con José y María, aun cuando Él mismo era Dios bendito para siempre (Lc. 2:51).
2.- Con el fin de dejarte estupefacto, porque tienes también los juicios severos de Dios sobre los que han sido desobedientes como,
a.- Ismael, por haberse burlado de un hecho bueno de su padre y su madre, se vio privado tanto de la herencia de su padre como del reino de los cielos y, eso, con la aprobación de Dios (Gn. 21:9-14; Gá. 4:30).
b.- Ofni y Finees, por rechazar el buen consejo de su padre, provocaron la ira del gran Dios y lo convirtieron en su enemigo: “Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir” (1 S. 2:23-25). 3) Absalón fue linchado, por decirlo así, por Dios mismo, porque se había rebelado contra su padre (2 S. 18:9-15).
Además, ¡qué poco sabes del dolor que significa para tus padres pensar que puedes estar condenado! ¿Cuantos suspiros, oraciones y lágrimas habrán brotado en su corazón por esta razón? ¿Cuánto gimió Abraham por Ismael? Le dijo a Dios: “Ojalá Ismael viva delante de ti” (Gn. 17:18). ¿Cuánto sufrieron Isaac y Rebeca por el mal comportamiento de Esaú? (Gn. 26:34-35). ¿Y con cuánta amargura lloró David a su hijo que había muerto en su maldad? (2 S. 18:32-33).
Por último, ¿es posible imaginar otra cosa que el hecho de que estos suspiros, oraciones, etc. de tus piadosos padres, sólo aumentarán tus tormentos en el infierno si mueres en tus pecados?
3.- A los hijos piadosos
Por otro lado,si tus padres y tu sois creyentes, ¿no es esto una gran felicidad? ¿Cuánto debes regocijarte porque la misma fe mora tanto en tus padres como en ti? Tu conversión, posiblemente, sea el fruto de los gemidos y oraciones de tus padres a favor de tu alma y no pueden menos que regocijarse; regocíjate con ellos. Así sucedió en el caso de un hijo mencionado en la parábola: “porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse” (Lc. 15:24). Sea el hecho de que tus padres viven bajo la gracia, al igual que tu, el motivo para proponerte más decididamente a honrarlos, reverenciarlos y obedecerles.
Ahora estás en mejores condiciones para considerar los desvelos y el cuidado que tus padres te han brindado, tanto a tu cuerpo como a tu alma. Por lo tanto, esfuérzate por recompensarlos. Tienes la fortaleza para responder en cierta medida al mandamiento, por lo tanto, no lo descuides. Es doble pecado el que un hijo creyente no recuerde el mandamiento, sí, el primer mandamiento con promesa (Ef. 6:1-2). Cuídate de no decirle a tus padres ni una palabra brusca, ni de comportarte indebidamente con ellos.
4.- A los hijos piadosos de padres impíos
Nuevamente, si eres creyente y tus padres son impíos, como tristemente sucede con frecuencia, entonces:
1.- Ansía su salvación, ¡los que se van al infierno son tus padres!
2.- Lo mismo que dije antes a la esposa, tocante a su esposo inconverso, te digo ahora a ti: Cuida tu lengua para que no hable ociosidades, háblales con sabiduría, mansedumbre y humildad; atiéndelos fielmente sin quejarte y recibe, con la modestia de un niño, sus reproches, sus quejas y hablar impío. Esta atento a fin de percibir las oportunidades para hacerles ver su condición. ¡Oh! ¡Qué felicidad sería si Dios usara a un hijo para traer a su padre a la fe! Entonces el padre ciertamente podría decir: Con el fruto de mi cuerpo, Dios ha convertido mi alma. El Señor, si es su voluntad, convierta a nuestros pobres padres, a fin de que, junto con nosotros, sean hijos de Dios.
Tomado del folleto “Christian Behavior” (Conducta cristiana). Este texto ha sido modernizado para facilitar su lectura.
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John Bunyan (1628-1688): Pastor y predicador inglés. Uno de los escritores más influyentes del siglo XVII. Autor preciado de El Progreso del Peregrino, La Guerra Santa, El Sacrificio Aceptable y muchas otras obras. Nacido en Elstow, cerca de Bedford, Inglaterra.