John Powell[1] ha descrito la práctica extensiva del aborto en nuestros días como “el holocausto silencioso”. La descripción es trágicamente adecuada, ya que la forma de tratar a los niños no nacidos en las democracias occidentales puede compararse a la forma en que se trataron a los judíos en la Alemania nazi. De modo muy significativo, Dietrich Bonhoeffer[2], el pastor luterano a quien Hitler mandó a la horca en 1945, se manifestó con igual firmeza en contra del aborto como lo hizo en contra del nazismo. Sus opiniones merecen mencionarse: “La destrucción de un embrión[3] en el vientre de su madre es una violación del derecho a vivir que Dios le ha concedido a la vida incipiente[4]. El preguntar si en este caso se trata o no de un ser humano es tergiversar el asunto. La realidad es que la determinación de Dios era crear a un ser humano al que de forma deliberada se le ha negado la vida. Y esto no es nada menos que un asesinato”[5]. A partir de 1933, mientras que la persecución nazi de los judíos cobraba impulso, Bonhoeffer percibió claramente cuál era el deber del cristiano. Acudió a la Palabra de Dios y, a menudo, estaba en sus labios Proverbios 31:8: “Abre tu boca por el mudo”. Este mismo deber le corresponde al cristiano en nuestros días en los cuales se practica y se acepta cada vez más el aborto.
La falta de pensamiento claro
Es inevitable que en una época de consignas y de una sofocada sensibilidad moral se muestren aspectos deprimentes, pero dos de los peores son la falta de pensamiento claro y la degradación del lenguaje. En muchos lugares, hay niñas que ya a los once años han abortado y otras de catorce años que han vuelto para tener su segunda intervención. Sin embargo, no se les permite comprar alcohol y, generalmente, necesitan el permiso de sus padres para perforarse las orejas (este permiso no siempre se exige en casos de aborto). Hay campañas que son patrocinadas por el gobierno para que las mujeres que están embarazadas no fumen porque esto puede hacerle daño al bebé. Y los niños no nacidos que han estado involucrados en accidentes automovilísticos hasta han obtenido compensación en los tribunales. A pesar de esto, no se ha tomado ninguna acción en contra de la práctica de asesinar al niño que está en el seno materno. De hecho, existe una suposición sutil y generalizada de que los que están a favor del aborto son personas sensibles, liberales y compasivas, que son elocuentes, inteligentes y que están al tanto de las necesidades de la vida moderna, mientras que los que están a favor de la vida con frecuencia son descritos como un grupo de radicales dogmáticos que hasta podrían tener tendencias al fascismo[6].
La degradación del lenguaje
Además, el bebé en estado fetal se le ha puesto la etiqueta de “masa protoplasmática”[7] o “tejido fetal”, mientras que el aborto mismo ha sido denominado como “un método de control de la fertilidad tras la concepción” o, simplemente, pero de forma igualmente engañosa, como la “interrupción del embarazo”. Esta degradación de las palabras ha tenido efectos profundos: El lenguaje debe ser valorado y no fue sin razón que Agustín de Hipona[8] describió a las palabras como “valiosos recipientes de significado”. Sin embargo, en la situación actual, las palabras se han utilizado como un disfraz para ocultar la realidad, en vez de revelarla. Por lo tanto, antes de seguir adelante, debemos tener claro lo que en realidad ocurre en cada aborto.
Los métodos principales del aborto
Existen tres métodos principales que se usan para poner fin a la vida de un bebé que va a nacer. Primero, para los embarazos que están en sus primeros meses, se usa la técnica de dilatación y raspado (D&C). En primer lugar, se dilata el cuello uterino y se introduce un tubo en el útero de la madre. El tubo está conectado a un aparato de succión que destroza al bebé y lo deposita en un frasco. Después se usa una legra[9] para raspar las paredes del útero con el propósito de eliminar cualquier parte del cuerpo del bebé que permanezca allí. A menudo, no se usa un tubo para succionar, sino que simplemente se usa una legra para descuartizar el cuerpo del bebé y raspar la placenta.
Como al tercer mes del embarazo, esta técnica es muy peligrosa para la madre, por lo cual se emplea una solución salina para el aborto. Esta técnica se pudiera denominar envenenamiento con sal. Una solución de sal concentrada se inyecta en el líquido amniótico[10] que se encuentra en la bolsa que está alrededor del bebé que se está desarrollando. El bebé absorbe la sal y queda envenenado hasta morir en el lapso de una hora. Las capas exteriores de su piel se queman con la sal y después de un día, la madre inicia el trabajo de parto y da a luz a un bebé descolorido y seco. Algunos de estos bebés han nacido vivos, aunque es raro que sobrevivan por mucho tiempo. En el tercer mes del embarazo también puede usarse prostaglandina[11]. Las sustancias químicas de prostaglandina se inyectan en el útero, lo que hace que la madre comience un parto prematuro y dé a luz a un bebé muerto. Sin embargo, hay bebés con los que se ha usado la prostaglandina que han nacido vivos, para vergüenza de muchos que son partidarios del aborto.
El tercer método, que se usa cuando el embarazo ya está más avanzado, es la histerotomía[12]. Esto es como una operación de cesárea, excepto que, en una histerotomía, el objetivo no es salvar al niño sino matarlo. En este caso, se le da muerte directamente al bebé o se permite que muera…
Un ser humano
Algunas veces se dice que no podemos saber cuándo el feto se convierte en un ser humano. De hecho, la Corte Suprema de los Estados Unidos sostuvo este punto de vista en la decisión crucial y trágica de 1973[13], cuando prácticamente legalizó el aborto a petición. La Corte afirmó: “No necesitamos resolver la difícil cuestión del comienzo de la vida”[14]. Después continuó insinuando que los asuntos que tienen que ver con las especulaciones teológicas, filosóficas y biológicas no tienen lugar en un tribunal. Tal afirmación tiene aspecto de modestia, pero constituye una burla de la realidad biológica. Aunque fuera verdad, la actitud desdeñosa de la Corte hacia la vida es causa de alarma. Si existe alguna incertidumbre sobre el comienzo de la vida, entonces no hay duda de que el deber de la Corte es proteger, según lo que la Corte misma admitió, aquello que puede ser una vida humana…
El aborto… ha llegado a tener tal aceptación en lugares como Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia, que se le da muerte en la matriz deliberadamente a uno de cada tres o cuatro niños concebidos. En realidad, las estadísticas son horrorosas. Por ejemplo, en los Estados Unidos, quizá una cantidad de hasta quince millones de bebés perecieron en los diez años que transcurrieron después de 1973. Basándose en estos números, se calcula que el número de bebés asesinados por medio del aborto en cuatro meses es aproximadamente igual al número de estadounidenses muertos durante toda la Segunda Guerra Mundial. La matriz es ahora más peligrosa que el campo de batalla.
Sin embargo, todo esto se ha hecho en nombre del cuidado y la compasión, y hasta le añaden el eslogan conmovedor de que “todo niño debe ser un niño deseado”[15]. …Los humanistas modernos ya no se desvían de una norma aceptada; se ha hecho cada vez más patente que ya no existe una norma de la cual desviarse… El profeta Amós tenía una plomada de albañil con la cual podía juzgar a Israel (Am. 7:7-9), pero el hombre moderno secular se ha quedado sin plomada. Por consiguiente, en el debate sobre el aborto, no es que simplemente ha errado al formular sus respuestas, sino que ni siquiera ha podido hacer las preguntas correctas.
El aborto a la luz de la Palabra de Dios
Se arguye con frecuencia que la Biblia no dice casi nada sobre el tema del aborto… Es verdad que la Biblia no dice nada explícitamente sobre el tema del aborto, pero haríamos bien al recordar el principio importante que se enseña en la Confesión de Fe de Westminster: “El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia” (capítulo 1, párrafo 6)[16]. Basándonos en estas premisas, no cabe duda que es posible determinar la postura bíblica en cuanto al aborto.
La primera interpretación
El punto de partida para cualquier estudio debe ser Éxodo 21:22-25. Este pasaje no está libre de ambigüedades y es posible interpretarlo de dos maneras. La primera interpretación se puede encontrar en la Biblia de las Américas[17]:
“Y si algunos hombres luchan entre sí y golpean a una mujer encinta, y ella aborta, sin haber otro daño, ciertamente el culpable será multado según lo que el esposo de la mujer demande de él; y pagará según lo que los jueces decidan. Pero si hubiera algún otro daño, entonces pondrás como castigo, vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”.
Si ésta es la traducción correcta, pareciera que justifica el punto de vista de que la vida de la madre tiene un valor mayor que la del niño que va a nacer. Entonces, el niño que no ha nacido se puede considerar como vida incipiente en lugar de verse como un ser humano completo. Sin embargo, aun esta traducción no deja la puerta abierta para el aborto, sino que lo evita. Aquí, un aborto imprevisto tiene como resultado una multa. El deducir “por buena y necesaria consecuencia”, implica que un aborto deliberado merece un castigo mucho más duro. Como mucho, esta interpretación de Éxodo 21:22-25 podría justificar el aborto en los casos en que el embarazo pone en grave peligro la vida física de la madre, lo que es ahora extremadamente raro. Entonces el meollo del pasaje no es que el bebé no recibe el mismo nivel de protección, sino que a la madre embarazada se le otorga una protección muy especial ya que el homicidio involuntario no era, por lo general, un delito capital en Israel (Jos. 20), pero en este caso se castiga como tal.
La segunda interpretación
La segunda interpretación, es decir que Éxodo 21 se refiere a la muerte de la madre o del niño, obtiene apoyo de la Nueva Traducción Viviente… Ésta dice:
“Supongamos que dos hombres pelean y, durante la lucha, golpean accidentalmente a una mujer embarazada y ella da a luz antes de término. Si ella no sufrió más heridas, el hombre que golpeó a la mujer estará obligado a pagar la compensación que el esposo de la mujer exija y que los jueces aprueben. Pero si hay más lesiones, el castigo debe ser acorde a la gravedad del daño: vida por vida”.
En esta traducción, es posible que los versículos no hablen de un aborto espontáneo, sino de un parto prematuro. Si el bebé sobrevive, los culpables son multados, pero si muere, se tomará vida por vida. De hecho, así entendieron el pasaje el erudito exégeta puritano Matthew Poole y también Keil y Delitzsch, cuyos comentarios del Antiguo Testamento han sido considerados durante mucho tiempo como obras de referencia que son de alto valor. Los comentarios de Calvino también son bastante instructivos al respecto. El gran reformador ginebrino escribió: “El feto, aunque está encerrado en la matriz de su madre, ya es un ser humano”. Por lo tanto, su conclusión fue que el pasaje se refiere a la posible muerte de la madre o del niño. Por consiguiente, él protestó vigorosamente en contra de la muerte de los que no han nacido: “Si parece más horroroso el matar a un hombre en su propia casa que en un campo porque la casa de un hombre es su lugar de refugio más seguro, entonces seguramente debería ser estimado como aún más atroz el destruir a un feto en el vientre antes de nacer”.
Por lo general, esta segunda interpretación de Éxodo 21:22-25 no tiene mucho apoyo hoy en día, pero hay mucho que decir a su favor. En primer lugar, la palabra hebrea para “aborto espontáneo” no se emplea en este pasaje, aunque sí se encuentra en muchos otros lugares del Antiguo Testamento (por ejemplo, en Gn. 31:38; Os. 9:14). En cambio, en Éxodo 21:22 se usa una palabra que simplemente significa “salir” o “irse”. Se utiliza, por ejemplo, para describir la partida de Abram de Harán en Génesis 12:4. También se usa para describir el dar a luz a un niño vivo (por ejemplo, Gn. 25:26; 38:28-30). Cierto es que se usa para referirse a un bebé que nace muerto en Números 12:12, pero todavía es necesario que digamos que las traducciones modernas que añaden la palabra aborto al texto nos dan una interpretación, en lugar de una traducción.
La segunda razón para aceptar que Éxodo 21 se refiere a la muerte de la madre o del niño es más convincente. Las Escrituras, como Palabra de Dios, se refieren sistemáticamente al niño que no ha nacido como un ser humano. Cada niño en la matriz está hecho por Dios de forma maravillosa y formidable (Job 31:15; Sal. 139:13-16; Is. 44:2, 24; Jer. 1:5); es algo que nunca podremos entender por completo (Ec. 11:5). Existe una continuidad en la vida desde la concepción hasta la muerte, por esto cuando David se refiere a su origen en la matriz, naturalmente utiliza el pronombre personal de primera persona (Sal. 139:13). Incluso, el pecado se remonta no al recién nacido, sino al niño que está por nacer (Sal. 51:5; 58:3). Como resultado, en las Escrituras siempre se trata al niño que está en el vientre como un ser humano: Se puede mover y hasta saltar (Gn. 25:22, Lc. 1:41, 44), puede ser apartado para el servicio a Dios (Jer. 1:5; Gá. 1:15), ser lleno del Espíritu Santo (Lc. 1:15) y puede ser bendito (Lc. 1:42). Además, se usa la misma palabra griega para describir a Juan el Bautista antes de nacer (Lc. 1:41, 44), a Jesús cuando era un bebé recién nacido (Lc. 2:12, 16) y a los niños que fueron llevados a Jesús (Lc. 18:15). Si el niño que está en el vientre no es un ser humano, entonces es difícil entender cómo estas declaraciones podrían tener algún significado. Seguramente también es significativo que cuando el eterno Hijo de Dios se hizo hombre entró en el vientre de María. La encarnación[18], la unión de lo divino con lo humano, debe trazarse desde la concepción, no desde el nacimiento, de nuestro Señor.
Ya que el niño que está por nacer es un ser humano con vida, es entonces posible que muera en la matriz (cf. Job 10:18). El apóstol Pablo hasta podía denominarse a sí mismo como “un abortivo”, un abortivo que sobrevivió (1 Co. 15:8). Cuando el profeta Jeremías estalló con un clamor singular de desaliento (Jer. 20), maldijo el día de su nacimiento y también maldijo al hombre que pudo matarlo en el vientre de su madre, pero no lo hizo (Jer. 20:14-18). Si el profeta hubiera vivido en la Europa del siglo XX, puede ser que su deseo se hubiera cumplido. El receptor anónimo de la maldición de Jeremías era culpable ante los ojos llenos de amargura de Jeremías “porque no me mató en el vientre” (Jer. 20:17). La palabra que aquí se usa para describir la destrucción de un niño en la matriz es la misma que se usa para describir cómo David mató a Goliat en 1 S. 17:50-51. Al parecer, Jeremías no conocía ningún eufemismo[19] como por ejemplo “la interrupción del embarazo”.
El juicio de Dios
A través de las Escrituras, el juicio de Dios siempre cae sobre aquellos que matan a aquellos que están por nacer. El profeta Eliseo lloró cuando reflexionó sobre los crímenes que Hazael, rey de Siria, cometería en contra de Israel. En las palabras de Eliseo: “Estrellarás a sus niños, y abrirás el vientre a sus mujeres que estén encintas” (2 R. 8:12). Después, Manahem, uno de los últimos reyes de Israel, cometió el mismo mal (2 R. 15:16). Cuando los amonitas paganos abrieron el vientre de las mujeres gestantes de Galaad, el profeta Amós declaró que el juicio de Dios estaba cerca (Am. 1:13). Todo esto indica que, al contrario de lo que algunos afirman, la Palabra de Dios sí da normas claras sobre el tema del aborto.
Los mandatos bíblicos contra el sacrificio de niños tampoco carecen de relevancia en el debate sobre el aborto. Dios no permitió que los israelitas entraran a Canaán hasta que la inmoralidad de los amorreos hubiera llegado a su colmo (Gn. 15:16). Mientras que la cultura de los cananeos se degradaba más y más, Dios preparó a los israelitas para tomar posesión de la tierra prometida. Dios advirtió a los israelitas repetidamente para que no imitaran a sus vecinos paganos (por ejemplo, Lv. 18:24-30; 20:23). Una de las cosas de las cuales Dios les advirtió particularmente fue de los sacrificios de niños arrojados a los brazos de fuego del dios amonita Moloc (Lv. 18:21; 20:2-5; Dt. 12:31; 18:10). A pesar de esto, ya en el reinado de Salomón, en Israel se estaba llevando a cabo la adoración de Moloc (1 R. 11:7). La costumbre de sacrificar niños pronto se propagó a la tierra de Moab (2 R. 3:27) y llegó hasta Judá, donde Acaz en el siglo VIII antes de Cristo (2 R. 16:3; 2 Cr. 28:3) y Manasés en el siglo VII antes de Cristo (2 R. 21:6; 2 Cr. 33:6) fueron culpables de ese crimen. En el 722 a. C., los asirios destruyeron el reino del norte de Israel, en parte porque Israel participaba de esta práctica brutal e idólatra (2 R. 17:17; cf. Sal. 106:34-39).
Estos sacrificios de niños hicieron que los profetas proclamaran el juicio de Dios sobre su pueblo y que los mandaran a arrepentirse. Isaías, y después Jeremías y Ezequiel, fueron inspirados de forma particular para denunciar la adoración de Moloc (cf. Is. 57:5; Jer. 7:31; 19:4-5; 32:35; Ez. 16:20-21; 20:31; 23:37, 39). Cuando Dios dijo que no escucharía las oraciones de los que pertenecían a Judea porque sus manos estaban llenas de sangre, es probable que lo que tenía en mente fuera, por lo menos en parte, los sacrificios de los niños (Is. 1:15). Mucho después, mientras que Jerusalén se acercaba más y más a la destrucción, el rey piadoso Josías trató de reformar a Judá según la Ley de Dios. En parte, esta reforma consistió en un esfuerzo por abolir los sacrificios de niños a Moloc (2 R. 23:10). En realidad, es instructivo pensar que el valle de Hinom, al sur de Jerusalén, que era el lugar donde se llevaban a cabo estos sacrificios de niños (2 Cr. 33:6; Jer. 7:31), es usado después por Jesús como una ilustración del infierno (ej. Lc. 12:5). La palabra infierno o Gehenna procede de la palabra griega geenna, que a su vez procede de la palabra hebrea gê (valle de) hinnöm (Hinom).
Así que la Palabra de Dios tiene mucho que decirnos sobre el tema del aborto. Hoy en día, vemos de nuevo a Raquel, la mujer de fe, que llora a sus hijos porque perecieron (Mt. 2:18). Los argumentos a favor del aborto también se usarán como argumentos a favor de la eutanasia y el infanticidio y, por lo tanto, indicarán que hemos vuelto a las prácticas de Faraón (Éx. 1) y de Herodes (Mt. 2:16-18). Es inevitable el hecho de que aquellos que odian a Dios amen la muerte (Pr. 8:36). La vida que no ha nacido es realmente una vida humana y así se incluye en el mandamiento de Dios que prohíbe el homicidio (Éx. 20:13). Por lo tanto, la causa del niño en el vientre es la causa de Dios: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” (Sal. 27:10).
Peter Barnes, Abortion [El aborto], (Edinburgo, The Banner of Truth Trust, 2010) © 2010, usado con permiso, www.banneroftruth.org.
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Peter Barnes: Ministro de la Iglesia Presbiteriana de Australia, actualmente trabaja en Macksville después de haber ministrado en Vanuatu (anteriormente Nueva Hébridas).
Existen leyes en contra del homicidio y si el niño en el vientre tiene estatus legal y moral como ser humano, es justo que el aborto sea descrito como asesinato. — Al Mohler
[1] John Joseph Powell (1925-2009) – Autor de Abortion: The Silent Holocaust (El aborto: El holocausto silencioso).
[2] Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) – Teólogo y pastor luterano alemán.
[3] Embrión – Un niño con menos de ocho semanas en el vientre.
[4] Incipiente – Que comienza a desarrollarse.
[5] Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), Ethics (La ética), 175-76.
[6] Fascismo – Opinión o práctica de la extrema derecha, autoritaria o intolerante.
[7] Protoplasmática – El líquido incoloro de una célula viviente, compuesto de proteínas, grasas y otras sustancias orgánicas suspendidas en agua, incluido el núcleo.
[8] Agustín de Hipona (354-430) – Teólogo y obispo de Hippo Regius en el Norte de África.
[9] Legra – Un instrumento de cirugía en forma de cuchara que se usa para quitar tejido de una cavidad del cuerpo.
[10] Amniótico – Relativo al amnios, la membrana interna en la que está envuelto el embrión.
[11] Prostaglandina – Una sustancia potente que actúa como si fuese hormona; está presente en muchos de los tejidos del cuerpo y tiene diversos efectos que se asemejan a los que tienen las hormonas; se destaca el hecho de que promueve las contracciones uterinas.
[12] Histerotomía – Incisión quirúrgica en el útero.
[13] Roe vs. Wade 410 U.S. 113 (1973): La decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos en la que se sostuvo que una restricción excesiva del aborto por parte de los estados no es constitucional. Con una votación de siete a dos, la Corte Suprema sostuvo la decisión del tribunal inferior que determinó que una ley que criminalizaba el aborto en Texas violaba, en la mayoría de los casos, el derecho a la privacidad que la constitución le otorga a la mujer, el cual la corte encontró como algo implícito en la garantía de libertad de la Cláusula del Proceso Debido de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución estadounidense (“Roe vs. Wade”, Encyclopedia Britannica Ultimate Reference Suite [Enciclopedia Británica, serie definitiva de referencia], 2011)
[14] Harold Andrew Blackmun (1908-1999) – Juez asociado de la Corte Suprema de los Estados Unidos desde 1970 a 1994, autor de Roe vs. Wade.
[15] Esta frase aparece en el sitio web de Planned Parenthood. El apologista cristiano Greg Koukl da la siguiente respuesta a esta forma de pensar: “Puede ser que la vida no sea bella para un niño a quién nadie desea, eso lo puedo admitir, ¿pero por qué no lo es?… La respuesta inicial es que “la vida de un niño a quién nadie desea no es hermosa porque nadie lo quiere”. Pero el asunto es más complicado que esto, ¿no lo es? Ningún niño tiene una vida miserable simplemente por el hecho crudo de que nadie lo quiera. El que nadie lo quiera no es lo que hace que el niño tenga una vida miserable. En este caso, esto (el que nadie lo quiera) no es lo que hace que el niño sea un infeliz, sino que más bien son las personas quienes hacen que el niño sea infeliz (los adultos, los padres que no quieren al niño). ¿Ves? La gente se siente miserable, no por las circunstancias de su concepción, sino más bien por la forma en la que los demás los tratan después del hecho… Sí, hay muchos niños a quién nadie quiere que tienen vidas miserables. ¿Pero quién tiene la culpa? La culpa no es del bebé. La culpa es de los padres que prefieren matar a su bebé antes de asumir la responsabilidad de amarlos y cuidarlos” (Greg Koukl, Every Child a Wanted Child [Todo niño debe ser un niño deseado], http://www.str.org/site/News2?page=NewsArticle&id=5238).
[16] La misma afirmación se encuentra, con un poco de variación, en la Second London Baptist Confession (La segunda Confesión Bautista de Londres) de 1677/89: “El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas que son necesarias para su propia gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está expresamente expuesto en las Santas Escrituras o ésta lo contiene de forma necesaria” (capítulo 1, párrafo 6).
[17] El autor emplea traducciones modernas, pero esto no significa que Chapel Library apoye estas traducciones o esté de acuerdo con ellas. Ver English Bible Translations: By What Standard?
(Las traducciones de la Biblia en inglés: ¿Cuál es la medida?), William Einwechter, disponible en Chapel Library.
[18] Ver Portavoz de la Gracia N°4: La persona de Cristo, disponible en Chapel Library.
[19] Eufemismo – Una palabra o frase que se usa en lugar de un término que se considera muy directo, duro, desagradable u ofensivo.