​El 10 de julio de 1509 le nacía un hijo a Gerard Cauvin y a Jeanne le Franc. El lugar de nacimiento fue la ciudad de Noyon, a unos 120 kms al nordeste de París. Este hijo fue bautizado con el nombre de Juan, pero estaba destinado a ser conocido como Juan Calvino y como una de las más grandes figuras de la historia teológica y política.

El padre extremó su interés por la educación de sus hijos. En especial en el caso de su hijo Juan, quien a una edad muy temprana mostró signos de una excepcional inteligencia y cualidades personales. El antiguo amigo de Juan Calvino, T. Beza, el primer rector de la Academia de Ginebra, dijo de Juan, en su breve biografía, que incluso en sus tiernos años de la infancia ya se mostraba sorprendentemente devoto a la religión y que era un tenaz reprensor de los vicios de sus compañeros, que era vivaz, entusiasta, incluso polémico, persistente, sensitivo, dogmático, orgulloso, directo, leal, lógico, cuidadoso de su lengua y capaz de refrenar su irritación.

Con objeto de procurar apoyo financiero para la educación de su hijo, Gerard Cauvin utilizó lo mejor que pudo su gran influencia para obtener rentas que aseguraran su futuro. Las más seguras eran las eclesiásticas, y como era costumbre en aquel tiempo, podían obtenerse con ausencia del beneficiado. Mediante la influencia de su padre, tuvo garantizada una capellanía, agregada al altar de La Gésine, aun antes de tener los doce años. Gozó de esta prebenda por mucho tiempo, y además, por dos años, un curato en St. Martin de Martherville (1527 a 1529). Estas prebendas pagaron sus estudios primarios, así como los del Instituto y la Universidad, dándole camino abierto a la erudición sin preocupaciones económicas.

Fue enviado por su padre, que de hecho se preocupó de todo lo concerniente a su educación, a una escuela de elevada reputación conocida por la Escuela de los Capetos. Allí fue bien preparado en los cursos acostumbrados de su tiempo: lectura, latín, escritura, aritmética, canto y religión. Se mostró como un escolar consciente, aplicándose con toda su energía a los estudios y exhibiendo una excepcionalmente buena y tenaz memoria para aquellas materias que tenían que hacerle famoso.

En 1529 Juan comenzó su carrera universitaria como estudiante. Fue enviado por su padre a la Universidad de París con el propósito de estudiar para el sacerdocio en la iglesia católica romana. Por un breve período de unos tres meses estudió en el Colegio de la Marche y tuvo la buena fortuna de hacerlo bajo los mejores profesores de su tiempo, Mathurin Cordier (nacido en la Perche Main en 1479 y fallecido en Ginebra en 1564). Cordier, que fue su maestro de latín y francés, influenció al joven estudiante no sólo espiritualmente sino aún más en el aspecto lingüístico. El bello estilo de Calvino, puro y vivido, hay que acreditarlo en gran parte a las enseñanzas de Cordier. Cordier llegó a ser un íntimo aliado de Calvino en su reforma de las escuelas públicas de Ginebra.

Después fue enviado al Colegio de Montaigu. Este colegio era en aquel tiempo conocido por su carácter estrictamente eclesiástico y notorio por la antipatía que los estudiantes le tenían. El profesor principal de este colegio fue el erudito aunque tozudo Noel Beda. Ejercía su profesorado con un celo apostólico para poner nueva vida y vigor a la iglesia católica romana. Calvino aceptó la difícil tarea alegremente y con obediencia; sobrepasó todas las dificultades sin quejarse, aplicándose con el mayor ardor y celo a los estudios. Se impuso a sí mismo —una externa compulsión era totalmente innecesaria en su caso— una disciplina moral e intelectual tan extenuante y vigorosa que su salud llegó a resentirse. Comía una cena frugal para proseguir sus estudios hasta la medianoche y despertarse temprano en la mañana a fin de repasar y retener lo que había estudiado en la tarde y noche anteriores.

Permaneció en la Universidad de París unos cuatro años, pero ya antes había completado su labor en la Facultad de Letras, y su padre, de nuevo, decidió lo que había de ser su futura carrera: Juan debía dejar la teología y estudiar leyes, porque las leyes, de acuerdo con la idea del padre, abrían un camino más seguro para la independencia, el honor y la riqueza.

Con la finalidad de estudiar leyes fue enviado por su padre a la Universidad de Orleáns, donde los estudios legales eran una especialidad. Había ocho doctores de leyes enseñando en Orleáns, entre los cuales el más notorio fue el bien conocido Fierre de l’Etoile, que tenía a su cargo la exposición de la ley. Dejó una huella permanente en Juan, quien más tarde poseía una gran penetración de espíritu, claridad de exposición, un gran volumen de experiencia y otras brillantes facultades, todas ellas pertenecientes al maestro que fue en tal época un verdadero príncipe entre los expositores, el único erudito que realmente podía considerarse como un competidor del internacionalmente famoso Andrea Alciati, expositor de la ley.

No fue ninguna sorpresa para nadie que cuando Alciati se hizo profesor de leyes en 1529 en Bourges, Juan fue en la primavera de ese año a estudiar con él a la Universidad citada de Bourges. Asistió a las clases de Alciati prácticamente desde el principio. Al mismo tiempo comenzó a realizar sus estudios de griego. Concluyó sus estudios de leyes y fue licenciado para practicar con capacidad legal.

Durante su estancia en Bourges hizo varios viajes a París. Hacia finales de 1530 tuvo que realizar un viaje a su ciudad natal, Noyon, donde su padre estaba gravemente enfermo. En marzo de 1531 su padre falleció y Juan quedó en libertad de tomar cualquier profesión, ya que hasta entonces había tenido que seguir los dictados de su padre.

Decidió entonces permanecer en París y de nuevo reanudar sus interiores estudios literarios y filosóficos en la Facultad de Letras.

Durante los años 1531 y 1532 se aplicó totalmente al estudio de humanidades. Con placer intelectual leyó los libros de Desiderio Erasmo, el humanista principal de su tiempo y elegantísimo escritor. Hizo un especial estudio del filósofo romano Séneca y publicó en 1532 su primer libro científico, un comentario titulado L. Annaei Senecae libri de clementia. Éste comentario fue una anticipación de su capacidad como comentarista. En el conjunto del libro citó incidentalmente a la Biblia y no menos de treinta y tres composiciones del gran escritor romano Cicerón, por quien había adquirido una tremenda admiración. El libro proporciona una aguda crítica del estoicismo y una clara y definida evidencia del interés de Calvino en la ética.

Durante 1532 cursó una vez más estudios legales en la Universidad de Orleáns, pero ya a principios de 1533 volvió a París y de nuevo volvió la vista hacia los estudios de leyes. Entonces ya estaba bajo la influencia de un número de personas que no eran típicamente humanistas, sino que estudiaban más y más las modernas tendencias sobre la religión. Entre ellos estaba Gerard Rousel y Nicolás Cop, que llegó a ser rector de la Universidad de París en 1533. Cop y Calvino fueron gradualmente apartándose del catolicismo romano, siendo atraídos por las doctrinas del protestantismo.

En mayo de 1534 Calvino cedió sus beneficios y prebendas en la ciudad de Noyon y su vecindad. Ya estaba realmente lejos de la iglesia católica romana. Fue en el año 1534 cuando Calvino decidió volver a sus estudios de religión, habiendo ya perdido todo interés en las atracciones ofrecidas por las Universidades de París y Orleáns. En 1534 también publicó un segundo y breve libro, esta vez definitivamente una obra religioso-literaria denominada Psicopaniquia.

Hacia finales de 1534 llegó a estar convencido de la pérdida de su fe en su antigua iglesia, en sus doctrinas y en sus prácticas. Decidió abandonar París y se marchó a Suiza a la ciudad de Basilea, a donde llegó a principios de 1535. Allí prestó toda su atención a una exposición de la religión cristiana. Por agosto de 1535 esta exposición estaba completa e impresa en Basilea en marzo de 1536 con el nombre de “Institución de la Religión Cristiana”, que llegó a ser el más famoso e influyente de todos los escritos de Calvino, reeditado y vuelto a editar muchas veces hasta 1559, en que apareció la Edición  Postrera.
En julio de 1536 Calvino hizo una visita a Ginebra, Suiza. Allí, Guillermo Farel le persuadió para que se quedase algún tiempo con objeto de ayudar a la expansión del protestantismo.
Calvino se encontraba entonces en la plenitud de sus maravillosas facultades y encontró allí la gran obra de toda su vida.

Artículo de  J. CHR. COETZÉE, extraido del libro «Calvino, profeta contemporáneo».

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar