​En el programa de Ginebra (1538) Calvino declara que la educación secular es tan importante como la educación religiosa, que una buena formación en los temas seculares es tan esencial como una sólida preparación religiosa, que las artes liberales son ayudas para un completo conocimiento de la Palabra de Dios, y que el Colegio tiene que ser organizado para la instrucción de los niños con objeto de prepararles tanto para el ministerio como para el gobierno civil, porque aun la educación secular tiene la misma meta final: la gloria de Dios.

El verdadero objetivo de la educación es conducir al niño a la vida cristiana. Ha complacido al Maestro celestial el conformar los hombres, por una apropiada doctrina para el gobierno que ha prescrito en la Ley divina. El principio de esta regla es que el deber de los creyentes es el presentar sus cuerpos como un sacrificio viviente, santo, aceptable a Dios y que en ello consiste el legítimo culto de Dios. En consecuencia, nosotros, como creyentes estamos consagrados y dedicados a Dios, para que no podamos de aquí en adelante pensar, hablar, meditar o hacer cualquier cosa que no sea en vistas a la gloria de Dios. La gloria de Dios es el objetivo final de la vida del hombre y ésta es igualmente la meta final de la educación del hombre.

La gloria de Dios es el término de nuestro conocimiento de Dios, y la verdadera y sustancial sabiduría consiste principalmente en dos partes, el conocimiento de Dios y el conocimiento de nosotros mismos.

El conocimiento de Dios está acompañado por Su adoración. Fundamental en la adoración de Dios es la confianza en El juntamente con un serio temor, que incluye una voluntaria reverencia e implica aquella legítima adoración que está prescrita por la Ley divina.

La gloria de Dios exige que el hombre lleve una vida cristiana. No hay hombre que sea cristiano si no siente algún amor especial por la justicia, que incluye la santidad personal porque Dios es santo, y que no haya recibido su salvación y redención por la Cruz de Cristo. Un sumario de la vida cristiana es la propia negación, y un aspecto de esta propia negación es el llevar la cruz, lo cual, por necesidad, lleva al hombre a despreciar la vida presente y a desear la vida futura. De aquí que la vida cristiana es principalmente una vida de meditación sobre la vida futura.

En el programa de Ginebra (1538) Calvino declara que la educación secular es tan importante como la educación religiosa, que una buena formación en los temas seculares es tan esencial como una sólida preparación religiosa, que las artes liberales son ayudas para un completo conocimiento de la Palabra de Dios, y que el Colegio tiene que ser organizado para la instrucción de los niños con objeto de prepararles tanto para el ministerio como para el gobierno civil, porque aun la educación secular tiene la misma meta final: la gloria de Dios.

Calvino estableció muy claramente sus ideas sobre las materias y temas de la educación escolar. En sus «Instituciones» él distingue entre dos clases de conocimiento para la educación del hombre: el conocimiento de Dios y el conocimiento de nosotros mismos. Destaca la íntima relación entre el conocimiento de Dios y el de nosotros mismos, ya que el conocimiento de nosotros mismos descansa en el conocimiento de Dios. Nadie puede contemplarse a sí mismo sin volverse inmediatamente hacia la contemplación de Dios, en Quien vive y se mueve, puesto que es evidente que los talentos que posee no proceden de él mismo y que nuestra propia existencia no es nada sino una subsistencia en Dios sólo. Ningún hombre llega al verdadero conocimiento de sí mismo sin haber contemplado primero el carácter divino y después descender a la consideración del suyo propio.

Por el conocimiento de Dios, Calvino quiere decir no meramente una noción de que existe tal Ser, sino también un conocimiento de cualquier cosa que debamos conocer concerniente a El, que conduzca a Su gloria y a nuestro beneficio. Dios dotó a la mente humana con el conocimiento de Sí mismo; la mente humana, aun por instinto natural, posee algún sentido de la Divinidad. En consecuencia, el hombre puede conocer a Dios; pero su natural conocimiento está extinguido o corrompido, parte por ignorancia y parte por maldad. Pero Dios se revela a Sí mismo al hombre perdido de una forma general en Su formación y continuo gobierno del mundo, y de una manera especial a través de la guía y la enseñanza de la Escritura, que es absolutamente necesaria para conducir al hombre al conocimiento de Dios el Creador.

De aquí que haya dos fuentes de las cuales podemos y debemos extraer los temas básicos de la educación: un conocimiento del Creador como nos es revelado en la Sagrada Escritura y en la naturaleza, y un conocimiento de Su creación extraído por la mente humana de la formación y continuo gobierno del mundo por el Creador. Calvino distingue, por tanto, dos clases de educación sobre el terreno de dos clases de temas: la educación religiosa y la educación secular; la enseñanza de la teología propiamente dicha y las otras artes y ciencias seculares (designadas por él como lenguas y ciencias humanas).

En las Leges de Ginebra (1559) se dan más detalles para el prescrito currículo de cada una de las siete clases del Colegio y para los profesores de la propia Academia. Las principales artes que se enseñaban en el Colegio eran: el francés como lengua materna, latín y griego como lenguas culturales, historia griega y romana, ética, dialéctica, retórica, oratoria; religión como principal asunto de carácter teológico, incluyendo especialmente la doctrina de la religión cristiana de acuerdo con el Catecismo. En el programa de Ginebra de 1538 se hacía también referencia a la enseñanza de aritmética práctica. En la Academia había al principio tres materias principales por grupos: Teología, Lenguas Antiguas (griego y hebreo) y Artes y Ciencias (Física, Matemáticas, Ética, Filosofía, Retórica). El objeto era añadir tan pronto como fuesen practicable dos otras ramas de estudio: Medicina y Leyes.

Extracto del libro «Calvino profeta contemporáneo».  Aticulo de J. CHR. COETZÉE

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