En ARTÍCULOS

La Encarnación, en el centro de la historia del pecado humano, nos señala que Dios no nos ha abandonado, sino que nos ama aunque estemos en un estado caído. La Encarnación además hace dos cosas adicionales. Nos muestra que Dios es capaz de entendernos y también de simpatizar con nosotros, lo que sirve de impulso para acercarnos a Él en oración.

La Encarnación, también, constituye un ejemplo sobre cómo debería vivir una persona en este mundo. Pedro habla incluso de la crucifixión en estos términos: «Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1 P. 2:21). Pero la expiación es la causa real de la Encarnación. El autor de la epístola a los Hebreos afirma esto con claridad. «Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí» (Heb. 10:4-7).

Y el autor añade a continuación que cuando Jesús dice que ha venido a cumplir con la voluntad de Dios, esa voluntad debe ser entendida como proporcionando un mejor sacrificio. «En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (10:10).

Encontramos este mismo énfasis en otros lugares. El nombre Jesús («Jehová salva») está apuntando hacia la expiación. «Llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1:21). Jesús mismo hizo referencia a su próximo sufrimiento (Mr. 8:31, 9:31), ligando el éxito de su misión a la crucifixión: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo» (Jn. 12:32).

En varios otros lugares en el evangelio de Juan se habla de la crucifixión como la «hora» para la cual vino Cristo (Jn.2:4; 7:30; 8:20; 12:23,27; 13:1; 17:1). Además, la muerte de Jesús es también el tema del Antiguo Testamento, primero con respecto al significado cabal de los sacrificios (el significado es el centro de la ley) y luego con respecto a las profecías, que cada vez más ponían su mira sobre la promesa de un Redentor venidero. En el capítulo 53 de Isaías, y en otros textos del Antiguo Testamento, se nos habla del sufrimiento del libertador que vendría. En Gálatas, el apóstol Pablo nos enseña que incluso Abraham, que vivió antes de la ley y los profetas, fue salvo por la fe en Jesús (Gá. 3:8,16). Jesús les enseñó a los discípulos apesadumbrados que iban camino a Emaús que el Antiguo Testamento predecía su muerte y su resurrección.

«Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, le declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Lc. 24:25-27).

A la luz de estos textos y de muchos otros, se hace necesario decir que la expiación de Cristo constituye la razón de la Encarnación. Es la explicación de su naturaleza doble y el punto focal del mundo y de la historia bíblica.


Extracto del libro “Fundamentos de la fe cristiana” de James Montgomery Boice

 

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar