Tesoro incomparable,
Jesús, Amigo fiel,
Refugio del que huye
del adversario cruel.
Sujeta compasivo
a Tí mi corazón,
ya que para salvarme
sufriste la pasión.
Delicias de mi alma,
Pan de la eternidad,
del cual yo me alimento
en mi necesidad.
En mi flaqueza extrema
se cumple Tu virtud,
y en medio de mis males
Ser quieres mi salud.
Dirige a mí Tu rostro,
Jesús, lleno de amor,
Sol puro de justicia,
dulce Consolador.
Sin Tu influencia santa,
la vida es un morir;
gozar de Tu presencia,
esto sólo es vivir.
Jesús, riqueza mía,
mi amante Salvador,
en mis flaquezas eres
mi fuerte Protector.
Mi paz el enemigo
quitar podrá jamás;
por más que lo intentare,
no lo permitirás.
Al mundo de falacias
no pertenezco ya;
el Cielo es mi morada,
allí mi Amado está.
Adonde Cristo habita,
con ansia quiero ir;
en sempiterno gozo
con Él quiero vivir. *