En BOLETÍN SEMANAL
El compañerismo del Espíritu Santo: ¿Has notado con cuánta frecuencia el Nuevo Testamento habla de la 'comunión del Espíritu Santo'? Considera esta bendición: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo, sean con todos vosotros" (2Cor. 13:14). Es preciso que se nos recuerde este compañerismo, nosotros mismos debemos recordarlo y buscarlo.

  Si Él está en mí, no sólo
debo ser consciente de ese hecho sino también de tener comunión con Él, debo
tener compañerismo con Él, debo consultar con Él, debo considerar su Presencia
y pedirle que se manifieste más y más en mí. Así es como uno es lleno del
Espíritu.

Luego también debo prestar cuidadosa atención a todos sus propósitos:
«Ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que
en vosotros produce así el querer como el hacer». ¿Cómo es que lo hace?
Dios lo hace a través del Espíritu Santo. «Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer». Si alguna vez sientes un repentino
deseo de leer la Palabra de Dios, ese es el Espíritu Santo que está obrando en
tu ser. El está dentro de tu ser, Él te está impulsando. Obedécele; ve y hazlo.
Deja lo que estás haciendo; no pospongas tu obediencia. Él te ha llamado de
manera que deja todo lo demás; haz lo que Él te pide. Seamos sensibles a sus
impulsos. Esa es la forma de estar más y más bajo el control del Espíritu.
Cuanto más le obedezcamos, tanto más Él nos indicará sus deseos, tanto más nos
impulsará. De modo que debemos ser cuidadosos y meticulosos en obedecer cada
uno de los mandatos o peticiones, cada uno de sus impulsos y cada una de las
necesidades que vienen de parte de Él hacia nosotros.

Todo esto ocurre constantemente en nuestro interior. Él quiere dirigirnos, Él
quiere guiarnos. Lo hace constantemente. Constantemente está dispuesto a
mostrarnos más y más del Señor Jesucristo. Permitámosle hacerlo. ¿Acaso no
somos todos culpables de apagar sus impulsos en cuanto a asistir a la casa de
Dios, leer las Escrituras, orar o mil y una cosas más? Estos son los impulsos
del Espíritu Santo que quiere conducirnos, guiarnos, controlarnos y dirigirnos.
Préstale atención. Permítele trabajar. Ese es el significado de la presente
exhortación.

Esto no se recibe a modo de una experiencia. ¡Casi preferiría que así fuese!
¡Todo sería mucho más sencillo! Pero éste es el método de Dios. Es un asunto de
una relación personal; y como cristianos somos criaturas responsables. Él no va
a hacerlo por nosotros mientras nosotros simplemente permanecemos pasivos. No
todo ha sido maravillosamente hecho para nosotros de manera que ya no haya
lucha. ¡Sí, hay lucha! El mundo, la carne y el diablo todavía están allí y
debemos resistirles. Y nosotros debe¬mos escucharle positivamente y darle
tiempo y atención a la tarea.

En estos asuntos no hay términos medios. Esto no es algo que se recibe en un
paquete ‘listo para usar’, todo completo. No, ese es el método de las sectas;
pero esa no es la enseñanza del Nuevo Testamento. Aquello es psicología y no la
enseñanza de las Escrituras.

Presta atención a los impulsos del Espíritu y presta atención a la Palabra, a
las Sagradas Escrituras. ¿Qué es esta Palabra? Es la Palabra del Espíritu Santo, Él es su
autor. «… sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
por el Espíritu Santo» (2 P. 1:21). Nada de esto es de interpretación
privada; esto no es producto del hombre; es la Palabra de Dios. Esto es para leer, para estudiar, para devorar, para entender, para dedicarle tu tiempo
y atención. ¿Acaso estás utilizando cada oportunidad que se te presenta para
entender esta Palabra? ¿Acaso un culto por semana es suficiente?
¿Cuántas veces prestamos atención a la exposición pública, y al estudio privado
a fin de entenderlo? Esa es la forma de ser guiados por el Espíritu: ¡conocer
su Palabra y todos sus mandatos! ¡Préstale atención! ¡Mantente sensible a esos
mandatos y luego obedécelos! ¡Obedecer la Palabra de Dios! El Espíritu Santo se
alegra cuando cualquiera de nosotros toma una palabra de las Escrituras y la
aplica en la práctica, cuando le permitimos gobernar nuestras decisiones,
nuestras acciones y todo nuestro comportamiento.

Estos son entonces algunos de los principios. Solamente he mencionado las
principales formas en que debemos de ser llenos del Espíritu. Se trata de una
sumisión voluntaria, de ser controlados por el Espíritu Santo de Dios en la
totalidad de nuestra vida, mente, corazón y voluntad.

¿Y a dónde
conduce todo esto? Eso es lo que el apóstol sigue diciendo a continuación.
Significa que el fruto del Espíritu será manifestado en nosotros. Donde quiera
que Él esté controlando a esa persona, sus frutos serán evidentes y obvios:
«amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza». ¡Estos son! Y llegan a ser evidentes. Y también todas las
cosas que el apóstol sigue enumerando a partir del versículo siguiente, Efesios
5:19. Todo lo referido a nuestra conducta en la casa de Dios, en nuestro trato
el uno con el otro, esposos y esposas, padres e hijos, jefes y empleados. Ese
es el tipo de vida que llevan aquellos hombres y mujeres cuya mente, corazón y
voluntad son controlados por el Espíritu Santo. Seguid adelante, siendo
controlados por el Espíritu Santo que mora en nosotros como ‘un huésped lleno
de gracia y dispuesto a bendecirnos’.

 

Extracto del libro: «Vida nueva en el Espíritu», de Martin
Lloyd-Jones

 

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