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¿Cómo podemos ser salvados de entrar en la tentación? La respuesta puede resumirse en las palabras de nuestro Señor: «velad y orad».

Ahora vamos a ver las instrucciones generales para «velar y orar».

  1. Haz un esfuerzo para entender y sentir cuán peligroso es entrar en tentación.

Es espantoso ver cuán descuidadas son muchas personas respecto al peligro de entrar en tentación. La mayoría de las personas se conforman con no pecar de forma abierta. Parece que mantenerse fuera del alcance de la tentación no les es muy importante.

La Biblia en muchos lugares (por ejemplo: Prov.2:12-20; 4:14-19; 22:24,25; 1 Cor.15:33), advierte del peligro de las malas compañías. No obstante, ¿Cuántos (especialmente entre los jóvenes) escogen amigos malvados? No pasa mucho tiempo antes de que escojan también la maldad de estos amigos. Muchos padres o buenos amigos les adviertan en vano contra tales compañías. Al principio, los jóvenes pueden sentirse disgustados con respecto a algunas cosas que sus malos amigos disfrutan, pero tristemente no tardan mucho en disfrutar también de ellas.

Aún más triste es el caso de los que se identifican como creyentes pero neciamente juegan con tentaciones a las cuales nunca se deberían haber acercado. Hoy en día es común que se abuse de la enseñanza bíblica de la libertad cristiana. Muchos creyentes con base a esto se sienten libres para hacer casi cualquier cosa que quieran.

Estas personas dicen que pueden escuchar cualquier cosa y argumentan que es su «libertad cristiana». Leen lo que quieren y no escuchan si otros cristianos sabios condenan como una falsa enseñanza lo que ellos están leyendo. Ellos escucharán entonces a cualquier falso maestro. Se sienten completamente seguros de sí mismos, de que lo discernirán y de que no serán influenciados por lo que lean u oigan. ¿Cuál es generalmente el resultado de esta necedad?

Pocos, muy pocos, salen sin ser dañados y otros acaban con su fe o con su sana doctrina trastornadas. Nadie tiene el derecho de decir que teme verdaderamente el pecado a menos que tema la tentación que conduce a él. El pecado y la tentación están siendo unidos por Satanás y es sumamente difícil para cualquier hombre separarlos.

Al mantener el principio de la libertad cristiana, nunca debemos olvidarnos del igualmente importante principio: 1Co 10:23  Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.

 ¿Me hace descuidado y frio el visitar ciertos lugares, o ciertas compañías que mantengo, o ciertas metas que busco? ¿Impiden que yo tenga una obediencia total y consistente a Cristo? Si así es, entonces necesito ejercer “mi libertad” evitando estas cosas. ¿Realmente quiero evitar entrar en la tentación? Entonces, necesito ser sensible ante mi propia debilidad y depravación. También necesito mantener un conocimiento preciso de las sutilezas de Satanás, de la maldad del pecado y del poder de la tentación.

Cada día debemos ocupar un tiempo considerando el gran peligro que involucra entrar en la tentación. ¡Piensa en las consecuencias probables! Cuán terrible cosa es contristar al Espíritu de Dios, perder nuestra paz y poner el bienestar eterno de nuestras almas en peligro. Debes estar seguro de lo siguiente: La tentación que es menospreciada, nos conquistara. Si somos sensibles y vigilantes, entonces, la mitad del trabajo de evitar entrar en la tentación esta hecho.

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Extracto del libro: “La tentación” de John Owen

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