En BOLETÍN SEMANAL

Si se suscitara una cuestión como esta: “dado que las Sagradas Escrituras son una estricta unidad, ¿porque entonces Dios la ha dividido en dos Testamentos?,” tal vez el asunto se simplificaría si nos preguntásemos por que Dios designó dos cuerpos principales para iluminar la Tierra, como son el sol y la luna. ¿Porque entonces el esqueleto humano es de doble estructura, teniendo dos brazos y dos piernas, dos pulmones y dos riñones, etc.? ¿No es semejante la respuesta en este caso: para aumentarse y complementarse mutuamente? Pero, de manera más directa, cuatro razones pueden ser sugeridas.

<PoPrimero, para establecer de manera más distintiva los dos pactos, los cuales son las bases del trato de Dios para con toda la humanidad: el pacto de obras y el pacto de gracia – simbolizado por el “antiguo” del Sinaí, y el “nuevo” del Cristianismo.

Segundo, para mostrar más claramente a aquellos dos grupos separados que están unidos en un mismo Cuerpo, el cual constituye a la Iglesia, de la cual Cristo mismo es la Cabeza, a saber, los judíos y los gentiles redimidos.

Tercero, para demostrar más claramente la maravillosa providencia de Dios: utilizando a los judíos durante muchos siglos para que custodiasen el Antiguo Testamento, el cual los condena por rechazar a Cristo; y en emplear a los papistas durante todas las edades oscuras para preservar al Nuevo Testamento, el cual denuncia sus prácticas idólatras.

 Cuarto, para que uno confirme al otro: tipo por antitipo, profecía por cumplimento.

La relación mutua entre los dos Testamentos.

Estas dos divisiones principales se asemejan a la estructura dual del cuerpo humano, donde las dos orejas y ojos, manos y pies, se corresponden y complementan el uno al otro. No es apenas una adecuación general, sino una especial y mutua. Por eso, requieren ser estudiadas juntas, una al lado de la otra, para ser comparadas incluso en los más mínimos detalles, porque en nada son independientes la una de la otra; y cuanto más precisa es la inspección, más minuciosa se hace su adaptación, y más íntima su asociación… los dos Testamentos son como los dos querubines del propiciatorio, enfrentados en direcciones opuestas, más aún, rostro contra rostro el uno con el otro y eclipsando con gloria el propiciatorio; u, otra vez, son como el cuerpo humano unido conjuntamente por juntas y tendones y ligamentos, con un cerebro y un corazón, un par de pulmones, un sistema respiratorio, circulatorio, digestivo, nervios motores y sensitivos, donde la división es destrucción”

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Extracto del libro: “La aplicación de las Escrituras”,  de A.W. Pink

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