En BOLETÍN SEMANAL
​  COMO OBSERVAR LAS RESPUESTAS A LA ORACIÓN: La consideración del momento en que lo pedido se nos concede puede sernos de gran ayuda para discernir si es una respuesta a nuestras oraciones. Dios, que todo lo hace en su peso y medida, muestra su sabiduría y su amor tanto en la ocasión como en la cosa concedida. Dios considera todos los momentos de tu vida, y al mismo tiempo escoge los más acertados para contestar tus oraciones. "En tiempo aceptable te oí" (Is. 49: 8). Asimismo David dice que elevaba su oración a Jehová en el tiempo de Su buena voluntad (Salmo 69:1-3). De modo que Dios nos responde en la hora mejor y más aceptable para nosotros; porque Él espera tener piedad . . . ya que es Dios justo" (Is. 30:18); o sea, es un Dios sabio, que conoce los tiempos y las sazones más adecuados para mostrar su bondad y conceder sus favores.

​En primer lugar puede ser que precisamente en el momento en que ores más ardiente y fervorosamente, más aun, mientras estés orando o inmediatamente después, lo que pidas se haga y se cumpla. Por esto dice Isaías (65: 24) que, si a veces «El antes que llamen responderá (señal de su mucha inclinación a conceder beneficios antes de que sean pedidos), también dice que «aun estando ellos hablando, yo habré oído» y concedido la súplica, lo cual demuestra no menos amor. Él elige el momento a propósito, para que los suyos tengan la seguridad de que fue en respuesta a su petición. Para dar a Ezequías la seguridad de que su oración había sido oída, Dios le envía el profeta cuando aun estaba orando y llorando, con el rostro vuelto hacia la pared. Asimismo Isaac, saliendo a orar al campo encuentra a Rebeca, cuando sin duda lo que estaba entonces rogando que Dios le concediera, era la bendición de tener una buena esposa. Rebeca fue el fruto de muchas oraciones. Estando Pedro en la cárcel, y la iglesia reunida orando en su favor, llega él y llama «en esa misma hora» (Hechos 12:12-17). Así como ocurrió en el caso del noble del evangelio (Juan 4: 52), que preguntando diligentemente descubrió que a la misma hora en que Cristo le había dicho tu hijo vive», su hijo «había comenzado a estar mejor», «y creyó, él y, toda su casa», así también ocurre que, a veces, se cumple lo suplicado o llega la noticia en la misma hora o poco después de haber orado por ello, o cuando el corazón está más conmovido que nunca. Esto es señal de que es en respuesta a la oración, y puede contribuir a corroborar la fe del que ora, como corroboró la de aquel noble.

 0, en segundo lugar, en el momento más adecuado en todos los aspectos para recibir lo que se había pedido; es decir, cuando más lo necesitabas, y cuando tu corazón estaba más dispuesto para ello. Al contestar a las oraciones, Dios se propone dos cosas especialmente: mostrar su misericordia, para que el hombre pueda engrandecerla y exaltarla; y hacer que el corazón se llene de satisfacción, gozo y contentamiento en la respuesta, y que lo pedido y concedido sea tenido como grato y verdaderamente.

En cuanto al primero de estos dos casos, supongamos que has estado orando durante largo tiempo, pidiendo tener la seguridad de la salvación y gozo en el Espíritu Santo, y que cuando más lo necesitabas, cuando «tu espíritu decaería» sin esa seguridad y gozo, como dice Isaías 57:16, a causa de alguna gran aflicción que se avecinaba, o de algún duro choque con el mundo por amor al Nombre de Cristo, Dios llenó tu corazón de lo que necesitabas: ése fue el momento más oportuno; Dios oyó entonces tu oración. Tal es el caso de Pedro, el cual había estado en la cárcel por muchos días, según se infiere de Hechos 12: 4, 5. Dios hubiera podido liberarle antes; pero lo mantuvo allí a propósito hasta aquella noche anterior a la fecha fijada por Herodes para su ejecución. Entonces lo liberó, en respuesta a las oraciones de la iglesia; era el tiempo más adecuado; como dice el salmista: «el tiempo de tener misericordia es llegado» (Salmo 102:13). El hecho de recibir tú respuesta entonces, es misericordioso. En resumen: que Su bondad pueda ser objeto de deleite, y Su misericordia objeto de exaltación. Con este doble propósito escoge Dios la hora en que más necesitados estamos, y también cuando nuestros corazones están más sumisos y nuestras concupiscencias más mortificadas. Es entonces cuando más capacitados estamos para saborear Su bondad, y para no ser arrastrados por el deleite carnal de la bendición. Lo primero se expresa en Isaías 30:18: «Esperará para tener piedad . . . será ensalzado». Lo segundo se indica en Santiago 4:3: «Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites». Tales oraciones, estando el corazón en esta disposición, el Señor las rechaza, o pospone su misericordia hasta que el corazón ha sido purificado, lo cual es señal de que Dios lo hizo por amor especial, amor que Él quería que tú ensalzaras (Isaías 30:18).

En cuanto al segundo de estos casos, si la misericordia ha sido concedida cuando tu corazón estaba mejor preparado para ella, es que has sido también oído en tiempo aceptable; pues Dios no retiene las misericordias de los suyos por falta de amor, ni tanto por su vida pasada, como por la actual mala predisposición de sus corazones, que les hace ineptos para recibirlas. Todo lo cual puede también entenderse en el sentido de que Dios a la vez prepara el corazón y oye la súplica (Salmo 10:17).

Cuando tu corazón más apartado está de tal beneficio temporal, suponiendo que lo sea, es entonces cuando te es concedido. En el caso de David, ¿cuándo le fue dada la posesión del reino? Cuando su disposición estuvo cual niño destetado, y hubo sido purgado de sus pensamientos altivos, que acaso habían surgido en su mente al recibir las primeras noticias: «He acallado mi alma» (Salmo 131:2), dice entonces. Cuando tu corazón ha abandonado todos los objetivos carnales y se ha consagrado por entero a Dios, pues tu porción ha de venir solamente de El, entonces acaece lo pedido; era ésta la oportunidad de concedértelo más adecuada.

Por Thomas Goodwin

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