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Convéncete de tu incapacidad para guardarte a tí mismo de entrar en la tentación

 Cuando más reconozcamos que no está en nuestro poder guardamos de la tentación, más sentiremos nuestra necesidad de orar pidiendo ayuda. Este es otro medio de protección. Muchas personas reconocen su necesidad de ayuda cuando ya han entrado en la tentación. En tales circunstancias pocos confiarán en su propia fuerza para vencer la tentación. Más bien, debemos clamar al Señor pidiendo su ayuda. El Señor enseña que es tan importante orar para no entrar en tentación, como orar pidiendo ayuda cuando ya hemos entrado en ella.

Nuestro Señor enseña nuestra necesidad de ser guardados por el poder de Dios para no entrar en tentación.

En primer lugar, nos enseña a orar «no nos metas en tentación» (Mat.6:13), y nos dice: «Velad y orad para que no entréis en tentación» (Mat.26:41). Al enseñarnos a orar de esta manera, nos está enseñando que debemos confiar en el poder y la sabiduría divinas y no en nosotros para guardamos de la tentación.  

En segundo lugar nos enseña esto por su propio ejemplo. Él mismo ora por su pueblo para que sea «guardado del mal» (Jn.17: 15). Cristo sabe que los caminos y las maneras para entrar en la tentación son muchos y variados. Él sabe que podemos entrar en la tentación de forma inconsciente. Él sabe cuán poderosa es la tentación y cuán engañosa y sutil puede ser. También conoce nuestra necedad, debilidad y descuido; entonces nos conduce a poner nuestra confianza en una sabiduría y un poder más altos que los nuestros a fin de que seamos guardados de entrar en tentación.

Debemos aprender a hablar frecuentemente con nosotros mismos y recordarnos tales cosas como las siguientes: «Soy pobre y débil; Satanás es sutil, poderoso, engañoso y está ocupado continuamente buscando una oportunidad para tentarme. El mundo (especialmente cuando es usado como un instrumento de Satanás) es atractivo, persistente y lleno de caminos engañosos para tentarme. Mi propia naturaleza pecaminosa es fuerte y siempre lista para traicionarme en el momento de la tentación. Alrededor mío, hay una variedad de oportunidades idóneas y seductoras para satisfacer mis deseos pecaminosos. Yo soy tan torpe para no ver lo que me está sucediendo que si Dios me dejara, estaría atrapado antes de darme cuenta. Solamente Dios puede guardarme de caer (ver Judas 24) y es a Él solamente a quien debo orar con confianza para que lo haga».  

Si hacemos esto fielmente, nos hallaremos constantemente encomendándonos al cuidado de Dios. No haremos nada, ni intentaremos nada sin antes buscar su Voluntad en el asunto. Tal manera de orar nos dará una ventaja doble:

  1. Si oramos en esta manera, recibiremos la gracia y la compasión que Dios ha prometido para ayudar a los débiles. Podemos estar seguros de que aquellos que oran de esta manera (es decir, motivados por una conciencia real de su necesidad) nunca serán avergonzados.
  2. Mantener un espíritu de oración de esta clase es parte de los medios que Dios usa para protegernos. Si somos conscientes de nuestra necesidad y estamos mirando a Dios para suplirla, tendremos cuidado en usar los medios que Dios ha designado para nuestra protección.

Ejercita tu fe en las promesas divinas para protegerte

  Si confiamos en las promesas divinas y oramos para que Dios nos proteja, Él nos guardará de entrar en la tentación o proveerá una vía de escape (1 Cor. 10:23). Dios ha prometido que nos guardará en todos nuestros caminos (Sal.91), que nos guiará (Sal.32:8) y que nos librará del maligno (Rom.16:20). Debemos confiar activamente en las promesas de Dios y esperar que Él sea fiel en cumplirlas.  

 ¿Deseas ser guardado de la tentación y guardado de caer cuando seas tentado? Entonces, deberías orar mucho. Creer que Dios te preservará no es suficiente. Dios quiere que oremos para estar protegidos y que continuemos orando. “Orando en todo tiempo” (Lucas 18:1, Efesios 6:18) Si no mantenemos un espíritu constante de oración, podemos esperar ser afectados por una corriente continua de tentaciones. 

Debemos orar cada día de forma específica para ser guardados de la tentación. Debemos orar para que Dios preserve nuestras almas y guarde nuestros corazones y caminos, de tal manera que no seamos atrapados por la tentación. Debemos orar para que la providencia divina, buena y sabia, ordene nuestros caminos y nuestros asuntos a fin de que ninguna tentación persistente nos ataque. Debemos pedir que Dios nos de sabiduría, para que podamos cuidar y vigilar todos nuestros caminos. Si aprendemos a orar de esta manera con una conciencia real de nuestra necesidad de la ayuda divina, seremos librados. Si rehusamos orar, caeremos continuamente en el pecado.

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Extracto del libro: “La tentación” de John Owen

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