En BOLETÍN SEMANAL
​¿Estás enfermo?La enfermedad abunda y con frecuencia la experimentaremos en nosotros; no podemos evitarla. Felices aquellos que en la hora de la enfermedad pueden decir: “Esto viene de Dios; todo irá bien.”

«El que amas está enfermo.» (Juan 11:3)

Este versículo ha sido tomado de un capítulo muy conocido por todos los lectores de la Biblia. En viveza descriptiva, interés arrebatador y sublime apreciación, este capítulo no admite comparación posible con ningún otro escrito. Una narración como esta, para mí constituye una de las pruebas más convincentes de la inspiración de la Biblia. Cuando leo la historia de Betania siento “que hay algo allí que el incrédulo jamás podrá explicarse; y es que hay allí nada menos que el dedo de Dios.”

Las palabras de este versículo son particularmente instructivas y conmovedoras. Encierran el mensaje que Marta y María enviaron a Jesús cuando su hermano, Lázaro, estaba enfermo: ”Señor, he aquí el que amas está enfermo.” El mensaje era corto y simple; pero profundamente llamativo.

Daos cuenta de la fe sencilla de estas mujeres. En la hora de la necesidad, al igual que el niño asustado acude a su madre, recurrieron al Señor Jesús. Acudieron a Él como al Pastor de sus almas, el Amigo todopoderoso, el Hermano nacido para librarles de la adversidad. El temperamento de las dos hermanas era completamente distinto, pero en este asunto las dos coincidían: Cristo era el único que podía ayudarlas en aquellos momentos de dificultad. Cristo era su refugio. ¡Bienaventurados todos aquellos que hacen lo mismo!

Notad el lenguaje sencillo que emplearon para referirse a Lázaro: “El que amas.” No dijeron: “El que te ama, te cree y te sirve”, sino “El que Tú amas.” Marta y María habían sido enseñadas por Dios. Habían aprendido que el amor de Cristo hacia nosotros y no nuestro amor hacia Él es el verdadero fundamento de la esperanza. ¡Bienaventurados todos los que han sido enseñados de la misma manera! Cuando nos paramos a considerar el amor que puede haber en nosotros hacia Cristo, sentimos dolor y pena; pero cuando pensamos en el amor que Cristo tiene hacia nosotros, ¡ah, entonces, qué paz invade nuestros corazones!

En último lugar, considerad las circunstancias conmovedoras que motivaron el mensaje de Marta y María: “El que amas está enfermo.” Lázaro era un hombre bueno, convertido, creyente, regenerado, santificado, un amigo de Jesús, un heredero de la gloria; sin embargo, estaba enfermo. Por consiguiente, el hecho de que un creyente esté enfermo no es señal de que Dios esté disgustado con él. El propósito por el cual Dios permite las enfermedades en sus hijos no es para maldición, sino para bendición. “Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” “Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” (Romanos 8:28; 1 Corintios 3:22-23).
¡Bienaventurados, digo de nuevo, los que han aprendido esto! Felices aquellos que en la hora de la enfermedad pueden decir: “Esto viene de Dios; todo irá bien.”

Deseo llamar la atención del lector al tema de la enfermedad. La enfermedad abunda y con frecuencia debemos experimentarla en nosotros; no podemos evitarla. No necesitamos el ojo del profeta para convencernos de que a todos nos llegará si es que todavía no nos ha llegado. “En medio de la vida estamos en la muerte.”

Extracto del libro: «El secreto de la vida cristiana» de J.C. Ryle

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