En BOLETÍN SEMANAL
​La dificultad de la vida cristiana: Nadie tendrá una vida fácil en este mundo, y Cristo nos dice esto desde el comienzo de ser convertidos. Si alguien tiene la idea de que la vida cristiana va a ser difícil al comienzo para luego volverse fácil, tiene una idea completamente falsa de la enseñanza del Nuevo Testamento.

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.(Mateo 7:13,14).

Pero quisiera subrayar también que es estrecha y angosta de otra forma, a saber, porque es difícil. El camino cristiano de la vida es difícil. No es una vida fácil. Es demasiado maravillosa para ser fácil. Significa vivir como Cristo mismo, y esto no es fácil. La pauta es difíci. Sólo la persona que es poca cosa desea sólo lo fácil y evita lo difícil. Esta es la vida más elevada que ha sido presentada al género humano, y debido a ello es difícil, es estrecha y angosta. “Pocos son los que la hallan”. ¡Desde luego! Siempre hay menos médicos especialistas que de medicina general; nunca hay tantos expertos como trabajadores ordinarios. No importa en qué ámbito de la vida pensemos, siempre encontraremos que los verdaderos expertos son pocos. Cuando uno llega al nivel más elevado en cualquier ámbito, los que están ahí son pocos. Todo el mundo puede seguir lo común; pero en el momento en que uno desea hacer algo poco frecuente, en cuanto uno desea alcanzar las alturas, encuentra que no hay muchos que estén tratando de hacer lo mismo. Es exactamente igual en el caso de la vida cristiana; es una vida maravillosa y elevada, que pocos la encuentran y pocos entran en ella, simplemente porque es difícil. No hace falta insistir en esto. Recordemos lo que hemos dicho al examinar este sermón de forma detallada. Recordemos esta clase de vida que nuestro Señor ha descrito, y veremos que debe ser estrecha porque es difícil. Es la vida más elevada, es la culminación de la perfección.

Además, es estrecha y angosta porque siempre conlleva sufrimiento, y porque, cuando se vive de verdad, siempre conlleva persecución. “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. Siempre lo han hecho, el mundo siempre ha perseguido al que sigue a Dios. Se ve perfectamente en el caso de nuestro Señor mismo. El mundo lo rechazó. Los hombres lo odiaron por ser lo que era. Dice Pablo, “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”. ¿A quién le gusta ser perseguido? No nos gusta que nos critiquen y que nos traten con dureza. Nos gustan las personas que hablan bien de nosotros, y resulta muy irritante saber que nos odian y critican; pero Cristo nos ha advertido que así será si entramos por esta puerta estrecha. Es estrecha y difícil; y al entrar por ella, debemos estar dispuestos al sufrimiento y a la persecución.

Hay que estar dispuestos a ser malentendidos, hay que estar incluso dispuestos, quizá, a que los que uno más quiere y que le son más próximos, lo malentiendan. Cristo nos dijo que no había venido a traer, ‘la paz, sino la espada’, una espada que quizá divida a la madre de la hija, o al padre del hijo, y los de su casa quizá sean los enemigos mayores. ¿Por qué? Porque se ha efectuado una separación. Se ha separado uno de la familia al entrar por esta puerta estrecha que no nos admite por familias, sino uno por uno. Es muy difícil, muy duro. Pero el Señor Jesucristo es sincero con nosotros; y aunque no viéramos ninguna otra cosa, Dios nos conceda que podamos comprender la sinceridad y honestidad de este evangelio que nos dice al comienzo mismo que quizá tengamos que separarnos del esposo o de la esposa para poder seguir a Cristo. No se nos pide que nos separemos de hecho, sino espiritualmente. Pero sólo puede entrar uno a uno, porque la puerta es estrecha y angosta.

Hasta ahora hemos visto lo estrecha y angosta que es esta vida al comienzo. Pero no lo es sólo al comienzo; sigue siéndolo después. No es sólo una puerta estrecha, es también un camino angosto. La vida cristiana es angosta desde el comienzo hasta el fin. No existen las vacaciones espirituales. Se puede tomar vacaciones en el trabajo ; pero no existe algo semejante en la vida espiritual. Siempre es angosta. De la misma forma que comienza, continúa. Es una ‘batalla de la fe’ siempre, hasta el final. Es un camino angosto, y a ambos lados hay enemigos. Están a lo largo de la ruta hasta el fin, las cosas que nos oprimen y las personas que nos atacan. Nadie tendrá una vida fácil en este mundo y en esta vida, y Cristo nos dice esto al comienzo. Si alguien tuviera la idea de que la vida cristiana va a ser difícil al comienzo para luego volverse bastante fácil, tiene una idea completamente falsa de la enseñanza del Nuevo Testamento. Es siempre angosta; habrá enemigos y adversarios que nos ataquen hasta el último minuto.

¿Estoy desalentando a alguien? ¿Tiene alguien ganas de decir: “Bueno, si es así, vuelvo atrás”? Les recordaría, antes de decidirse, que se nos dice algo acerca del final hacia donde conduce este camino. Pero aparte de esto, ¿acaso no es lo más maravilloso continuar siguiéndolo? De todos modos, no nos hagamos ilusiones; la lucha contra los principados y poderes, contra las tinieblas de este mundo, y las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes, prosiguen mientras los hombres siguen en esta vida y en este mundo. En el camino de la vida habrá tentaciones sutiles, y habrá que vigilar y estar alerta, desde el principio hasta el fin. Nunca podrá uno descansar. Siempre habrá que tener cuidado; siempre habrá que mirar con diligencia, como Pablo lo dijo; habrá que vigilar todos los pasos que se dan. Es un camino angosto, así comienza y así continúa.

Éstas son, pues, las cosas que tenemos que tener presentes al contemplar este Sermón como un todo. No darse cuenta de ellas al comienzo mismo es sumamente peligroso, además de ser antibíblico. Separar el perdón de los pecados del resto de la vida cristiana y considerarla como si lo primero bastara es evidentemente herético. El evangelismo genuino, tal como lo entiendo, es el que presenta a los hombres la vida cristiana como un todo, y debemos tener mucho cuidado en no dar la impresión de que la gente puede acudir en masa, por así decirlo, a Cristo, que puede tratar de acudir con prisas a la puerta estrecha sin tener en cuenta el camino angosto hacia el cual conduce. Nuestro Señor mismo fue quien pronunció estas parábolas acerca de los necios que no calculan lo que cuestan las cosas, como el hombre que comenzó a edificar, sin tener en cuenta el coste, por ello tuvo que dejar sin concluir el edificio. Así fue también en el caso del rey que fue a pelear contra otro rey, sin considerar la fortaleza del enemigo. Nuestro Señor nos dice que calculemos lo que cuesta, y que nos enfrentemos con lo que tenemos que hacer antes de comenzar. Nos muestra toda la vida. No ha venido solamente para salvarnos del castigo y del pecado; ha venido para hacernos santos, y para “purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”. Vino a este mundo para preparar el camino de santidad, y su deseo y propósito respecto a nosotros es que andemos en ese camino siguiendo sus pisadas, en este llamamiento tan elevado, en esta vida gloriosa, y que la vivamos de la misma manera en que él la vivió, resistiendo incluso hasta derramar la sangre si fuera necesario. Esa fue su vida, un camino angosto y espinoso; pero lo siguió. Y el privilegio de todos nosotros es el de salir del mundo y entrar en esa vida, siguiéndolo a Él hasta el fin.

“¿Percibís, cristianos, cómo asedia el mal,
 Tiéndenos sus redes, quiérenos tentar?
 ¡No tembléis cristianos, no os desalentéis!
Con vigilia y ruego, pronto venceréis”.

Extracto del libro: «El sermón del monte» del Dr. Martyn Lloyd-Jones

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