​NACIMIENTO y renacimiento. Ambos son el resultado de la operación del Espíritu Santo. Así como nada puede vivir biológicamente aparte del poder del Espíritu Santo, ningún hombre puede llegar a vivir para Dios sin la obra del Espíritu. En su conversación con Nicodemo, Jesús dijo lo siguiente acerca del Espíritu Santo:  Juan 3:3  Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

​    “Nacer de nuevo” es experimentar una segunda génesis. Es un nuevo comienzo, es partir de cero en la vida. Cuando algo comienza, decimos que ha sido generado. Si vuelve a empezar, es regenerado. El verbo griego geniauo que se traduce como “generar” significa “ser”, “llegar a ser” o “suceder”. La regeneración obrada por el Espíritu Santo es un cambio. Es un cambio radical hacia una nueva clase de ser.
    Ser regenerados no significa que seamos cambiados de seres humanos a seres divinos. Significa que somos cambiados de seres humanos espiritualmente muertos a seres humanos espiritualmente vivos.
    Las personas espiritualmente muertas son incapaces de ver el reino de Dios. Es invisible para ellas, no porque el reino mismo sea invisible, sino porque los espiritualmente muertos son también espiritualmente ciegos.

LA REGENERACIÓN COMO ALGO NECESARIO

Cuando Jesús usa la expresión “el que ..” al hablar con Nicodemo, está declarando lo que llamamos una condición necesaria. Una condición necesaria es un prerrequisito absoluto para que tenga lugar un resultado deseado. No podemos tener fuego sin la presencia de oxígeno porque el oxígeno es una condición necesaria para el fuego.
    En la jerga de la cristiandad, la gente habla de cristianos “nacidos de nuevo”. Técnicamente hablando, esta frase es redundante. Si una persona no ha nacido de nuevo, si no es regenerada, entonces no es cristiana. Puede ser miembro de una iglesia cristiana, puede profesar ser cristiana, pero a menos que una persona sea regenerada, no está en Cristo ni Cristo está en ella.
    Esta expresión convierte a la regeneración en una condición sine qua non de la salvación. Si no hay regeneración, no hay vida eterna. Sin regeneración, una persona no puede ver el reino ni entrar al reino.
    
Cuando Nicodemo fue desconcertado por la enseñanza de Jesús, respondió:

    Juan 3:4  Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

    La respuesta de Nicodemo casi parece un intento de ridiculizar la enseñanza de Jesús. En términos burdos, sugiere que Jesús debe querer decir que una persona totalmente desarrollada debe tratar de llevar a cabo la difícil tarea de regresar al útero de su madre.
    Nicodemo no logró distinguir entre el nacimiento biológico y el nacimiento espiritual. No diferenció entre la carne y el espíritu. Jesús contestó a su respuesta diciendo:

    Juan 3:5-7  Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.  Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.  No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

    Una vez más, Jesús da comienzo a sus palabras diciendo “De cierto, de cierto te digo…” La frase “de cierto” el amén hebreo, trasladado al Nuevo Testamento indica un fuerte énfasis. Es decir, cuando Jesús habló de la regeneración como una condición necesaria para ver y entrar al reino de Dios, declaró esta condición necesaria enfáticamente. Argüir contra la necesidad de renacer para ser cristiano, como muchos de nuestros contemporáneos lo hacen frecuentemente, es estar en clara oposición a la enfática enseñanza de Cristo.

    La expresión “no puede”  también es crucial en la enseñanza de Jesús. Es una frase negativa que tiene que ver con la capacidad o la posibilidad. Sin la regeneración, ninguno (negativa universal) es capaz de entrar en el reino de Dios. No hay excepciones. Es imposible entrar al reino de Dios sin un renacimiento.

    Nadie nace cristiano. Nadie nace biológicamente en el reino de Dios. El primer nacimiento es de la carne. La carne engendra carne. No puede producir espíritu.
    Más tarde en el Evangelio de Juan, Jesús añade este comentario:

    El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. (Juan 6:63)

    Cuando Martín Lutero debatía con respecto a si el hombre caído es totalmente dependiente del Espíritu Santo para la regeneración, citó este texto y agregó: “La carne para nada aprovecha. Y esa ‘nada’ no es un ‘algo pequeño’”.
    La carne no es meramente débil con respecto al poder del renacimiento. Es completamente impotente. No tiene poder alguno para efectuar el renacimiento. No puede ayudar ni acrecentar la obra del Espíritu. Todo lo que la carne produce es más carne. No puede producir un solo gramo de Espíritu.  
    Finalmente, Jesús dice “Debes nacer de nuevo”. Si existe la más ligera ambigüedad en el uso de la frase condicional a menos, dicha ambigüedad se evapora completamente con la palabra debes.

LA REGENERACIÓN EN EFESIOS

En su Carta a los Efesios, el apóstol Pablo habla de la obra regeneradora del Espíritu Santo:

    Y Él os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados). (Efesios 2:1-5)

    Pablo provee una descripción gráfica de nuestra impotencia espiritual previa a la regeneración. Él se está dirigiendo a los creyentes efesios describiendo una condición previa de la cual todos participaron alguna vez. Añade la frase “lo mismo que los demás” (2:3), presuntamente refiriéndose a la humanidad completa.
    Él declara que esta condición previa era un estado de muerte: “Vosotros estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Una vez más, esta muerte no es, obviamente, una muerte biológica, por cuanto Pablo enumera actividades en las cuales estos muertos se hallaban involucrados.

    La forma de conducta característica de las personas muertas en delitos y pecados es descrita en términos de andar según una corriente particular. Él la llama “la corriente de este mundo” (2:1-2). Aquí, la corriente de este mundo se refiere obviamente a una corriente o norma opuesta a la corriente del cielo. Las palabras este mundo no se refieren tanto a un lugar sino más bien a un estilo o punto de referencia. Involucra una orientación mundanal.
    Cristianos y no cristianos por igual comparten la misma esfera de acciones. Todos vivimos nuestras vidas en este mundo. Sin embargo, la línea de conducta de una persona regenerada es guiada desde arriba. Dicha persona tiene su mirada puesta en el cielo y sus oídos afinados conforme al Rey del cielo. La persona no regenerada es terrenal. Sus oídos están sordos a cualquier palabra que provenga del cielo; su vista está cegada cuando se trata de ver la gloria de lo alto. Vive como un cadáver caminante en un cementerio espiritual.

    La corriente de este mundo se ha “desviado” del camino de Dios (Romanos 3:12). Mejor dicho, sigue un camino que es “conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2).
  
 Los que están muertos espiritualmente tienen un amo. Su amo establece para ellos una línea de conducta que siguen gustosamente y aun con ansias. Este amo es llamado “el príncipe de la potestad del aire”. Este apodo con características de realeza sólo puede referirse a Satanás, el arquitecto principal de todo lo diabólico. Pablo lo llama “el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”. Satanás es un espíritu maligno, un ángel corrupto y caído que ejerce influencia y autoridad sobre sus hordas cautivas.

    Pablo expone un principio de vida. O caminamos de acuerdo al Espíritu Santo o lo hacemos de acuerdo al espíritu maligno. Agustín comparó una vez al hombre con un caballo que es guiado por Satanás o por el Espíritu de Dios.
    Pablo continúa describiendo vívidamente el estilo de vida no regenerado que tenía anteriormente la persona hoy regenerada:

    Entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente. (2:3)

    Ahora la atención se aleja de la conducta externa y la influencia externa de Satanás para centrarse en el estado interno de la persona no regenerada. Nuevamente vemos esto como una condición universal: “Entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos…” La palabra descriptiva clave de esta condición interna previa es la palabra carne. Aquí Pablo repite el lenguaje que Jesús usó con Nicodemo.
    La palabra carne usada aquí no debe entenderse como un sinónimo de “cuerpo físico”. Nuestros cuerpos no son malvados per se, puesto que Dios nos hizo como seres físicos y Él mismo se hizo un ser humano. La carne está referida a la naturaleza pecaminosa, a todo el temperamento caído del hombre.
    Antes de la regeneración, vivimos exclusivamente en la carne y por la carne. Nuestra conducta sigue los deseos de la carne. Eso no se refiere exclusivamente a los apetitos físicos o sexuales sino a un patrón de deseos enteramente pecaminosos.

    Pablo completa esta acusación universal de nuestra forma caída de comportamiento agregando: “Y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (2:3). Cuando Pablo dice “por naturaleza”, se refiere al estado en el cual entramos en este mundo. El nacimiento biológico es un nacimiento natural. La regeneración es un nacimiento sobrenatural. Los hombres, originalmente, no fueron creados como hijos de ira. La naturaleza original no era caída. Sin embargo, desde la caída de Adán y Eva, la palabra natural se refiere a nuestro estado de pecaminosidad innata.

    Cada niño que llega a este mundo llega en un estado corrupto. David declaró “Yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Todos nacemos espiritualmente muertos. Nacemos muertos en delitos y pecados. En teología, esta condición pecaminosa inherente se llama pecado original. El pecado original no se refiere al primer pecado de Adán y Eva; se refiere a las consecuencias de ese primer pecado con la transmisión de una naturaleza corrupta a toda la raza humana.

    Somos por naturaleza “hijos de ira”. ¡Qué diferente suena esto de la noción socialmente aceptable de que todos somos por naturaleza hijos de Dios! Esta idea equivocada ha sido tanto duradera como extendida. Es una falsedad que gana credibilidad en virtud de su frecuente repetición. Si usted repite una mentira lo suficiente, la gente comenzará a creerla como verdad.
    La mentira que consiste en decir que somos hijos de Dios por naturaleza fue una mentira que afligió a Jesús. Él se vio forzado a combatirla y refutarla en sus debates con los fariseos. Los fariseos rugieron ante las críticas de Jesús y dijeron:

    Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un Padre, es decir, Dios. Jesús les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y vine de Él, pues no he venido por mi propia iniciativa, sino que Él me envió. ¿Por qué no entendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra. Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre (…) El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios. (Juan 8:41-47)

    Aunque la Biblia reconoce que Dios es el Padre de todos los hombres en el sentido de que es el Creador de todos los hombres, hay un sentido especial en el cual la Paternidad de Dios no se define en términos de biología sino en términos de ética. El término relevante es la obediencia. De acuerdo al enfoque bíblico, nuestro padre es aquel a quien obedecemos. La relación no se establece mediante lazos biológicos, sino mediante una obediencia voluntaria.

    Puesto que los fariseos obedecían a Satanás en lugar de Dios, Jesús dijo acerca de ellos “Sois de vuestro padre el diablo” (Juan 8:44).
    En Efesios 2, Pablo habla tanto de “hijos de ira” (v. 3) como de “hijos de desobediencia” (v. 2). Estas frases nos describen a todos en nuestro estado no regenerado natural.
    Cuando Pablo completa su descripción de nuestro estado no regenerado, pasa abrupta y gloriosamente a una doxología que alaba a Dios por su misericordia. La palabra de transición es aquella de la cual depende nuestro destino eterno. Es, quizás, la palabra más gloriosa de la Escritura, la palabra que cristaliza la esencia del Evangelio. Es la palabra pero. Esta diminuta conjunción cambia el estado anímico de todo el pasaje. Es el vínculo entre lo natural y lo sobrenatural, entre la degeneración y la regeneración:

    Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y con Él nos resucitó, y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. (Efesios 2:4-10)

​Extracto del libro: «El misterio del Espíritu Santo» de R. C. Sproul

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar