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 Vamos a considerar la parte positiva de la doctrina de la unión con Cristo. Veamos la primera de estas partes:

1. Es una unión espiritual. 

Primero, debemos entender el significado de la palabra “espiritual». Una persona espiritual es una en la que el Espíritu Santo mora. El Espíritu Santo es el que une a Cristo con el creyente. Vemos esta verdad en varios pasajes de las Escrituras: Romanos 8:9-10. “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia”. El creyente está en el Espíritu. El Espíritu de Dios vive en él. El que tiene el Espíritu de Cristo, Cristo vive en él. El Espíritu de Dios es el Espíritu de Cristo, y donde mora el Espíritu de Cristo, Cristo mismo está presente. La Biblia también dice: «En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne» (Hechos 2:17). Al decir «derramar», significa el momento de Pentecostés cuando vino el Espíritu para morar en los creyentes.

  1. Juan 14 – 16. Repetidamente el Señor enseñaba que Él estaba presente donde está presente el Espíritu, el Consolador. También Cristo enseñaba que  Él y su Padre hacían morada con aquellos que le amaban y le obedecían. (Juan 14:23) El Dios Trino no se puede dividir. Dios es Padre, Hijo y Espíritu; donde está una persona de la trinidad, están todas. Cada uno está íntimamente unido a los demás. Pero fue el Hijo quien murió, no fue el Padre ni el Espíritu. Hebreos 9:14 dice que Cristo «mediante el Espíritu eterno, se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios».  
  2. Efesios 1:13, 14. Pablo escribe: «…Habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida». Las palabras «sellados» y «arras» son palabras utilizadas en las prácticas legales y comerciales de los tiempos de Pablo. La persona que suscribía un documento ponía su sello en él para probar que le pertenecía. Un comprador que no tenía suficiente dinero para pagar algo, daba un «depósito», es decir, parte del valor de la compra, como garantía de que pagaría el resto. Estos versículos significan que el creyente tiene al Espíritu Santo como evidencia de pertenecer a Dios. El Espíritu le garantiza todas las bendiciones futuras de Dios.
  3. 1 Cor. 6:15-17. Dice que el hombre unido a una prostituta forma un solo cuerpo. El creyente unido a Cristo es uno en espíritu con Él. Esto es posible porque tanto Cristo como la persona tienen al Espíritu Santo. Este Espíritu es el Espíritu de Cristo morando en el creyente.
  4. 1 Cor 12:13. “Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo… ya todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Cristo es la cabeza del cuerpo y los creyentes son los miembros. La iglesia permanece en unión viva con Cristo por medio del Espíritu que mora en ella

Si reconocemos que es el Espíritu Santo que vive en nosotros y que forma esta unión con Cristo, vamos a poder evitar dos errores: Primero, no pensaremos que Cristo vive en el creyente y el creyente en Cristo de una manera física. No hay unión física, sino espiritual. Segundo, no pensaremos por otro lado, que la unión no es real y que es asunto de palabras solamente. La Biblia enseña que el Espíritu de Cristo es una persona, que mora en el creyente de manera real, por lo tanto, que forma una unión en verdad en el sentido de una unión de vidas. 

La Biblia enseña que Cristo está en los creyentes: «Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. » (Col. 1:27). La Biblia no enseña que Cristo vive a través de los creyentes. Debemos entender esta diferencia para que no seamos engañados por el error del» quietismo».  Si fuera el caso que Cristo viviera a través de los creyentes, no sería necesario hacer uso de la mente para vivir vidas santas. Pero como hemos visto, los creyentes sí tienen que esforzarse para hacer morir el pecado que está aún en ellos. Y esto lo hacen con la ayuda del Espíritu. Cristo no lo hace por ellos y no lo hace a través de ellos. «Por la gracia de Dios, soy lo que soy.» (1 Cor. 15:10).

Los que hacen el trabajo de predicar tienen que recordar esta verdad de tener que hacer uso de la mente. Ellos tienen que pensar en las verdades que van a predicar. A la vez, deben sentir estas verdades. Pero ellos no pueden predicar bíblicamente a no ser que Dios, por su Espíritu, dé vida a las verdades que predican. Tal vida resulta de la unión de los creyentes con Cristo. ¡Los predicadores no esperan simplemente a que Cristo predique por medio de ellos! Tienen que estudiar la Palabra de Dios antes de predicar, y luego, depender por entero de Cristo, orando al Espíritu de Dios para que les ayude.

El hecho de que el Espíritu de Dios produce la unión con Cristo significa necesariamente que hay un cambio en la vida del creyente. Romanos 8:5-8 muestra la diferencia entre «la vida en la carne» y «la vida en el Espíritu». Las personas que viven de acuerdo con el Espíritu siguen los deseos del Espíritu, tiene vida y paz. Pero aquellos que viven de acuerdo a una naturaleza pecaminosa, piensa y actúa de acuerdo a esa naturaleza. Y estas personas se oponen a Dios y no pueden agradarle. La esfera en la cual vivimos afecta profundamente nuestras vidas en la conducta ética y moral. El Espíritu de Dios transforma las vidas.

2 Corintios 3 enseña la misma verdad. En este capítulo, Pablo presenta un contraste entre el nuevo pacto y el antiguo. Dice: «El Señor es el Espíritu» (ver. 17). Fíjate cómo habla del Señor y del Espíritu al mismo tiempo. Luego dice que el Espíritu transforma al creyente a la imagen de Dios (ver. 18). Así es que el creyente llega a parecerse más y más a Cristo. He aquí, una de las bendiciones del nuevo pacto.

Hoy en día, a veces se enseña que un creyente puede estar «en Cristo», y sin embargo, continuar viviendo según su naturaleza corrupta. A esta clase de creyente, se les llaman «cristianos carnales». Es como si se hablara de comunistas que están de acuerdo con el capitalismo. Realmente es imposible estar en las dos cosas a la vez. Si la naturaleza pecaminosa controla a la persona, no puede estar en el Espíritu, y por lo tanto, no puede estar unido a Cristo. Esta misma enseñanza dice que estos «cristianos» tuvieron en su corazón un trabajo solamente rudimentario de Dios. Son» salvos», pero salvos solamente; necesitan otra obra de gracia para ser transformados. Les hace falta el bautismo del Espíritu o la plenitud del Espíritu para que sus vidas sean cambiadas.

Pero a diferencia de estas enseñanzas, nosotros creemos que el mismo Espíritu que ungió a Cristo, es el mismo que une a los creyentes a Cristo y que transforma el carácter y la forma de vida del creyente. No creemos en esta enseñanza del «cristiano camal», porque la Biblia dice que si alguno está en Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron (2 Cor. 5:17).

Esto no descarta que la vida de los creyentes varíe según la persona. El cambio de vida progresa paso a paso y muchas veces no es constante. Tanto la Biblia como la propia experiencia enseñan que hay momentos de buena salud y otros de oscuridad y de sequedad en la vida espiritual. Pero como muestra unión con Cristo es espiritual, luego va a ser poderosa para llevarnos al amor y a la obediencia a Dios.

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 Extracto tomado del libro: Unión con Cristo, de Albert N. Martin

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