​  El hecho de que en un círculo dado, el calvinismo formó una interpretación propia de la vida, de la cual tanto en el dominio espiritual como secular se levantó un sistema especial para la vida cotidiana y social, justifica su derecho de asegurarse como una formación independiente. Pero esto todavía no le atribuye el honor de haber guiado a la humanidad a un nivel más elevado de desarrollo como lo ha hecho; y por tanto, esta forma de entender el mundo, hasta donde la hemos considerado, todavía no alcanzó la posición que únicamente podría darle el derecho de reclamar la devoción de nuestros corazones.   El evangelio cabalmente aplicado, ha traido un desarrollo colosal en las ciencias, en las artes y en las letras, a los paises que asumieron como propia la reforma protestante.

​ En China se puede asegurar con el mismo derecho que el confucionismo produjo una forma propia para la vida en un círculo dado, y que en la raza mongola esta forma de vida descansa sobre una teoría propia. ¿Pero qué hizo China para la humanidad en general, y para el desarrollo continúo de nuestra raza? – Hasta donde las aguas de su vida estaban claras, no formaron nada sino una laguna aislada. Casi el mismo comentario se aplica al alto desarrollo que era una vez el orgullo de India, y al estado de México y de Perú en los tiempos de Montezuma y de los Incas. En todas estas regiones, la gente alcanzó un alto grado de desarrollo, pero se quedó allí, y al permanecer aislados, de ninguna manera demostraron ser un beneficio para la humanidad en general. Esto se aplica más todavía a la vida de las razas de África, una forma de existencia mucho mas inferior, que ni siquiera nos hace recordar una laguna, sino más bien pozos y pantanos.

Hay un solo río mundial, ancho y fresco, que desde el inicio llevó la promesa del futuro. Este río se levantó en Asia Central y el Medio Oriente, y continuó constantemente su curso de este a oeste. De Europa Occidental pasó a vuestros estados orientales, y de allí a California. Las fuentes de este río de desarrollo se encuentran en Babilonia y en el valle del Nilo. De allí fluyó a Grecia. De Grecia pasó al Imperio Romano. De las naciones romanas continuó su camino hacia el noroeste de Europa, y de Holanda e Inglaterra alcanzó al fin vuestro continente. Al presente, este río está estancado. Su curso hacia al oeste a Japón y China es impedido; mientras nadie puede decir qué fuerzas para el futuro podrían todavía estar dormidas en las razas eslavas que hasta ahora fallaron en progresar. Pero mientras este secreto del futuro sigue siendo un misterio, nadie puede negar el curso de este río mundial de este a oeste. Y por tanto estoy justificado al decir que el paganismo, el islamismo y el romanismo son las tres formaciones sucesivas que alcanzó este desarrollo, cuando su dirección posterior pasó a las manos del calvinismo; y que al calvinismo a su vez ahora se le niega esta influencia dominante, por parte del modernismo,  hijo de la Revolución Francesa.

La sucesión de estas cuatro fases de desarrollo no sucedió mecánicamente, con divisiones y partes claramente trazadas. Este desarrollo de la vida es orgánico, y por tanto cada nuevo período tiene raíces en el pasado. En su lógica más profunda, el calvinismo ya fue aprehendido por Agustín; y mucho antes de Agustín, había sido proclamado a la ciudad de los siete montes por el apóstol en su Epístola a los Romanos; y a Pablo le llegó desde Israel y sus profetas, aun desde las tiendas de los patriarcas. El romanismo, igualmente, no hace su aparición repentinamente, sino es el producto de las tres potencias del sacerdocio de Israel, la cruz del Calvario, y la organización mundial del Imperio Romano. El Islam, de la misma manera, junta el monoteísmo de Israel, el profeta de Nazaret, y la tradición de los (Koraishites) kuraishitas. Y aun el paganismo de Babilonia y Egipto por un lado, y de Grecia y Roma por el otro lado, está orgánicamente relacionado con lo que estaba detrás de estas naciones, precediendo la prosperidad de sus vidas.

Pero aún así es obvio que la fuerza suprema en el desarrollo central de la raza humana se movió sucesivamente de Babilonia y Egipto a Grecia y Roma, después a las regiones principales del dominio papal, y finalmente a las naciones calvinistas de Europa Occidental. Si Israel floreció en los días de Babilonia y Egipto, por más alto que era su estándar, la dirección y el desarrollo de nuestra raza humana no estaban en las manos de los hijos de Abraham, sino en las manos de los Faraones. Una vez más, este liderazgo no pasa de Babilonia y Egipto a Israel, sino a Grecia y Roma. – No importa cuan alto había subido el río del cristianismo cuando el islam apareció, en los siglos VIII y IX los seguidores de Mahoma eran nuestros maestros, y en ellos descansaban los asuntos del mundo. Y aunque la hegemonía del romanismo se mantuvo un corto tiempo después de la paz de Munster, nadie cuestiona el hecho de que el desarrollo más avanzado que disfrutamos ahora, no lo debemos ni a España ni a Austria, ni aun a la Alemania de aquel tiempo, sino a los países calvinistas de Holanda e Inglaterra del siglo XVI. Bajo Luís XIV, el romanismo detuvo este desarrollo avanzado en Francia, pero solamente para que exhibiese en la Revolución Francesa una caricatura atroz del calvinismo, que en sus tristes consecuencias quebrantó la fuerza de Francia como nación, y debilitó su relevancia internacional.

La idea fundamental del calvinismo fue transplantada de Holanda e Inglaterra a América, empujando nuestro desarrollo avanzado aún más hacia el oeste, hasta las orillas del Pacífico donde ahora espera reverentemente a lo que Dios ordenó. Pero no importa qué misterios el futuro todavía revelará, el hecho permanece de que el río ancho del desarrollo de nuestra raza corre de Babilonia a San Francisco, por las cinco etapas de las civilizaciones Babilonia-Egipcia, Griega-Romana, Islámica, Romanista y Calvinista; y el conflicto presente en Europa y América tiene su causa principal en la antítesis fundamental entre la energía del calvinismo que procede del trono de Dios, encontró la fuente de su poder en la Palabra de Dios, y en cada esfera de la vida humana exalta la gloria de Dios; y su caricatura en la Revolución Francesa, que proclamó su incredulidad en el grito de «Ningún dios, ningún maestro», y que al presente en la forma del panteísmo alemán se reduce a sí mismo más y más a un paganismo moderno.

Este documento fue expuesto en la Universidad
de Princeton en el año 1898 por  Abraham Kuyper (1837-1920) quien fue
Teólogo, Primer Ministro de Holanda, y fundador de la Universidad Libre
de Ámsterdam.

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