​No fue hasta entrado el Siglo XVIII, concretamente el año 1753, para ser exactos, cuando la alta crítica se introdujo en las distintas escuelas con el propósito como la entendemos hoy en día. En ese año un científico y médico de la corte francesa, Jean Astruc, publicó una obra sobre las fuentes literarias del Génesis dejando establecido un método de estudio bíblico que fue masivamente aceptado.

Ha sido la crítica bíblica moderna, más que ninguna otra cosa, lo que ha debilitado y casi destruido el alto concepto que la cristiandad tenía sobre la Biblia. Se hace por lo tanto necesario que consideremos las líneas principales de esta crítica en el transcurso de los últimos dos siglos, y que luego reflexionemos sobre ella desde una perspectiva evangélica.

Hasta aquí el extracto del libro «Fundamentos de la fe cristiana» de James Montgomery Boice

Entonces… ¿qué tenemos?

Desde las distintas escuelas de pensamiento, se trata de cuestionar, poner en duda, reinterpretar o directamente pervertir el mensaje bíblico.

Esto no se hace desde fuera de la iglesia, sino desde su mismo corazón. Como ya ocurriera en el pueblo de Israel, los falsos profetas vinieron uno tras otro para traer su propia palabra y no la Palabra de Dios. Con esto pervertían el mensaje y falseaban la doctrina.

Pero esta falsedad ya se dio en Edén cuando satanás le dijo a la mujer: ¿con que Dios os ha dicho…? Así puso en duda la Palabra de Dios. Así atribuyó a Dios despropósito. Y eso es exactamente lo que a lo largo de los siglos el corazón corrupto del hombre ha ido haciendo desde dentro de las filas de creyentes: cuestionar una y otra vez lo que Dios dice para anular su Palabra y retorcer su significado, a fin de que sea el hombre y la palabra del hombre la que se posicione por encima del lugar que únicamente le corresponde a la Palabra de Dios.

Esto sin duda cae bajo el juicio de Dios, así ocurrió en Israel, quienes por la dureza de su corazón y su falta de arrepentimiento no volvieron a Jehová, quienes escucharon voces mentirosas de aquellos que decían venir en nombre de Dios, quienes bajo ningún concepto asumieron a los verdaderos profetas como los portadores enviados por el Todopoderoso, por tanto, no nos extraña que en nuestros días un porcentaje tan alto de iglesias sean completamente falsas, estén totalmente perdidas y sin rumbo, donde sus cultos de adoración son un esperpento blasfemo, sus predicaciones, cuando las hay, están llenas de populismo y buenismo, porque derriban la doctrina, ensalzan y enaltecen al hombre, y se dedican a labores humanitarias y de entretenimientos diversos. A este tipo de falsas iglesias la Biblia las identifica como: sinagogas de satanás.  Esto ocurre porque cuando quitas el lugar que ostenta la Palabra infalible del Dios eterno, la reverencia y solemnidad con la que te debes acercar a Dios es eliminada, entonces la superstición domina la conciencia, de manera que no puedes esperar ninguna otra cosa sino profundizar en el engaño, en el error y en la falsedad.  Si estas falsas iglesias, que son multitud, quieren y aman la mentira, eso es exactamente lo que Dios les envía, un poder mentiroso para que crean con todas sus fuerzas en la mentira. Ese es el juicio de Dios sobre estos falsos creyentes y estas falsas iglesias: son entregados a sus propios deseos y van camino de la muerte eterna.
 

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