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Deberíamos conocer a los traidores que habitan en nuestro corazón, pero eso no es suficiente. Debemos también hacer un esfuerzo para equipar nuestros corazones con buenos tesoros que nos ayudarán en los tiempos de tentación. En tiempos antiguos, a veces el enemigo se acercaba a un castillo o a una fortaleza con la meta de sitiarlo y conquistarlo. Si el enemigo encontraba que estaba bien armado con provisiones suficientes para resistir mucho tiempo, se retiraría sin atacar. De la misma manera, si Satanás nos encuentra preparados y equipados para resistirlo, no solo se retirará sino como dice Santiago «de nosotros huirá» (Stg.4:7).

La provisión particular que especialmente necesitamos atesorar en nuestros corazones es una conciencia del amor de Dios en Cristo. Esto es lo que preserva de forma más eficaz en el mundo contra el poder de la tentación. José tenía conciencia de tal amor cuando fue sutilmente tentado por la esposa de Potifar. Esto le ayudó a clamar, «¿Cómo pues haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?» (Gen.39:9). Tal fue el tesoro de una conciencia del amor de Dios guardado en el corazón de José que aún tal tentación insistente y seductora, no le pudo atrapar. El apóstol Pablo dijo: «El amor de Cristo nos constriñe… a vivir para El.» (2 Cor. 5: 14) También nos constriñe a resistir la tentación. Las provisiones de la ley, el temor de la muerte, el infierno, el castigo y el terror del Señor, deberían ser atesorados en el corazón. Sin embargo, estas provisiones son conquistadas más fácilmente; por sí mismas nunca se mantendrán firmes en contra de los asaltos de la tentación. Estas provisiones son conquistadas cada día. Un corazón armado con ellas luchará por un tiempo en contra de la tentación, pero muy pronto se dará por vencido. Estas provisiones deberían ir acompañadas por una conciencia del amor de Dios.

¿Qué necesitas atesorar en tu corazón para vencer la tentación? Necesitas una conciencia del amor de Dios en Cristo; un conocimiento del propósito eterno de su gracia; un deleite en la sangre de Cristo y en su amor para morir por nosotros. Llena tu corazón con un deleite en los privilegios ganados por la muerte de Cristo: nuestra adopción, nuestra justificación, nuestra aceptación con Dios, etc. Llena tu corazón con pensamientos de la santidad, el don comprado por Cristo, el gran propósito final de su muerte; «para que seamos santos y sin mancha delante de Él, en amor» (Ef.1:4). El corazón equipado con tales riquezas tendrá (en el curso ordinario de andar con Dios) gran paz y seguridad de las distracciones de las tentaciones.

Una conciencia del amor de Dios en Cristo puede ser resumida en la expresión «la paz de Dios». Esta paz, el apóstol nos dice, «Guardará vuestros corazones y pensamientos» (Fil. 4:7). La paz de Dios es la provisión especial que Dios da en contra de la tentación de preocuparse, como el contexto de Filipenses 4 indica. También guarda contra todo tipo de tentación. La palabra griega traducida como «guardar», es un término militar que pudiera ser traducida como «guardará como en una guarnición». Hay dos cosas que podemos decir acerca de una guarnición. Primero, es un lugar expuesto a los enemigos; y segundo, es un lugar de protección contra los enemigos. Así ocurre con nuestras almas. Están expuestas a tentaciones y a ser asaltadas continuamente; pero si son guardadas en la guarnición de la paz de Dios, la tentación no entrará y como resultado nosotros no entraremos en tentación.

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Extracto del libro: “La tentación” de John Owen

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