En ARTÍCULOS

En los tiempos de Jesús, la distancia entre el pueblo y Dios se estaba distanciando. Los Nombres de Dios cada vez más eran retirados de la conversación pública y de las oraciones. Esta tendencia fue completamente revertida por Jesús. Él siempre se dirigió a Dios como Padre, y este hecho debe haber dejado una huella indeleble sobre los corazones de sus discípulos. No sólo los cuatro evangelios registran que Jesús utilizó esta forma, sino que registran que la utilizó en todas sus oraciones (Mt. 11:25; 26:39,42; Mr. 14:36; Le. 23:34; Jn. 11:41; 12:27; 17:1, 5, 11, 21,24-25).

La única excepción que está mostrando su importancia es el grito desde la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mt. 27:46; Mr. 15:34). Esta oración brotó de los labios de Cristo en el momento en que fue hecho pecado por su pueblo y cuando la relación que mantenía con su Padre se interrumpió. En todas las demás ocasiones, Jesús mantuvo una relación con Dios que era considerada irreverente y blasfema por la mayoría de sus contemporáneos.

Esto es de gran importancia para nuestras oraciones. Jesús era el Hijo de Dios en un sentido único, y Dios era singularmente su Padre. Se dirigía a Dios en oración como el único Hijo de Dios. Pero ahora nos revela que esta misma relación puede establecerse entre los que creen en Él, cuyos pecados han sido quitados de en medio por su sacrificio. Estos pueden venir a Dios como los hijos de Dios. Dios puede ser su Padre.

Pero esto no es todo. Cuando Jesús se dirigía a Dios como Padre, no utilizaba la palabra normal para padre. Usaba la palabra aramea Abba. Evidentemente esto les resultó tan llamativo a sus discípulos que recordaron la forma aramea y la repitieron en arameo aún en los evangelios escritos en griego y en otros escritos. Marcos la usó en su relato de la oración de Cristo en Getsemaní. «Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti» (Mr. 14:36). Pablo también toma nota de ella en los versículos que hemos citado con anterioridad (Rom.8:15; Gál. 4:6).

¿Qué es lo que significa específicamente Abba? Los padres de la iglesia —Crisóstomo, Teodoro de Mopsuestia y Teodoro de Cirrio, que provenían de Antioquía (donde se hablaba arameo y quienes posiblemente hayan tenido niñeras que hablaban el arameo) — testifican unánimemente que Abba era la forma en la que los niños pequeños se dirigían a sus padres.

El Talmud confirma esto al decir que cuando un niño es destetado «aprende a decir Abba e imma» (o sea, «papá» y «mamá»). Esto es lo que significa Abba: papá. Para una mente judía una oración que se dirigiera a Dios llamándolo papá no sólo hubiera resultado fuera de lugar sino que habría sido irreverente. Sin embargo, esto fue lo que dijo Jesús, y naturalmente quedó grabado en las mentes de sus discípulos, como he señalado. Cuando Jesús les instruyó a sus discípulos para que se dirigieran a Dios llamándolo papá, estaba haciendo algo completamente nuevo y singular. Esto nos está dando una gran seguridad cuando nos ponemos delante de la presencia de Dios.

Cuando nos acercamos a Dios como Padre, como nos enseñó y nos guía el Espíritu mismo de Dios, sabemos que mantenemos una relación segura. ¿Dios es nuestro Padre? Si lo es, entonces nos ayudará en los días de nuestra infancia, enseñándonos a caminar espiritualmente y levantándonos cada vez que nos caemos. Por eso es que Oseas escribe que Dios dice: «Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos… Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor… ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? (Os. 11:3-4,8). Un Dios como este nos cuidará de no caer y nos presentará «sin mancha delante de su gloria con gran alegría» (Jud. 24).

¿Dios es nuestro Padre? Entonces Él nos cuidará durante los días que pasemos en esta vida y nos bendecirá abundantemente. Las leyes de los Estados Unidos reconocen que son los padres quienes deben velar por sus hijos. Lo mismo sucede con Dios. Él ha sentado la norma que «no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos» (2 Co. 12:14). Si esto es cierto en el nivel humano, también es cierto en las relaciones de una persona con Dios. El Señor Jesucristo dijo: «No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir… No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y sus justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mt. 6:25,31-33).

¿Dios es nuestro Padre? Entonces él irá delante de nosotros para señalarnos el camino en esta vida. Pablo hace referencia a esto cuando escribe: «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados» (Ef 5:1). ¿Dios es nuestro Padre? Entonces sabremos que le pertenecemos para siempre. Sabremos que mientras nos guía, nos enseña y nos educa para las tareas de la vida, nada se interpondrá con su propósito para nosotros en Cristo. Esperaremos el momento en que le veremos y seremos como Él es, porque le veremos tal cual Él es.


Extracto del libro “Fundamentos de la fe cristiana” de James Montgomery Boice

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