En ARTÍCULOS

“Vestios de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Ef. 6:11).

Es el poder supremo de Dios, y no nuestra poca fuerza, lo que fomenta la fe y nos prepara para la batalla. ¿Pero cómo apropiarnos de este poder para nuestras vidas? Pablo nos lo dice: vistiéndonos con  la armadura de Dios. Vestirte de la armadura de Dios es apropiarte de su poder de forma muy personal.

Primeramente, es cuestión de un corazón transformado. El que se jacta de su confianza en Dios, pero realmente no cree de corazón, nunca estará a salvo en la zona de guerra que separa el Cielo de la tierra. Si por negligencia o por su propia decisión deja de vestir la armadura de Dios y corre desnudo a la batalla, firma su propia sentencia de muerte.

Se cuenta de un fanático de Munster que valerosamente intentó rechazar a un ejército invasor al grito de: “En el nombre del Señor de los ejércitos, ¡huid!”. Pero su alma no regenerada no había recibido esa orden del General para quien pretendía luchar, y pronto pereció. Su ejemplo debe enseñarnos el alto precio que se paga por tal desatino. Oímos un lenguaje valeroso, pero necio, que sale de la boca de los más ignorantes y profanos de entre nosotros. Dicen que confían en Dios y esperan en su misericordia; y desafían al demonio y todas sus obras. Pero mientras tanto son pobres y desnudas criaturas sin tan siquiera una parte de la armadura de Dios sobre sus almas. Tal presunción no tiene sitio en el ejército del Señor.

El cristiano armado: Su provisión divina

La admonición de Pablo para que nos vistamos de la armadura de Dios tiene dos partes generales.

 Primera, la instrucción de lo que debemos hacer: “Vestios de toda la armadura de Dios”; y segunda, por qué debemos hacerlo: “Para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Para empezar, cada soldado en el ejército de Cristo debe tener la armadura debida. La primera pregunta que se suscita es: ¿En qué consiste esta armadura?

  1. Cristo como armadura

Se nos dice en otro lugar: “Vestios del Señor Jesucristo” (Rom.13:14); presentando a Jesucristo como armadura. El apóstol no solamente exhorta a los cristianos a vestirse de dominio propio en lugar de ebriedad, y de castidad en lugar de adulterio. En su lugar, les manda: “Vestíos del Señor Jesucristo”; implicando con ello que hasta que se vistan de Cristo, estarán desarmados. No es el hombre revestido de moralidad ni de virtudes filosóficas el que repele la carga de la tentación disparada por el cañón de Satanás, sino el que tiene puesta la armadura; esto es, el que está en Cristo.

2. Las virtudes de Cristo como armadura

Ahora hablaremos de “el cinto de la verdad”, etc. Se nos manda que nos vistamos del nuevo hombre (Ef. 4:24), compuesto de todas estas virtudes. Estar sin Cristo y sus virtudes es estar sin armadura.

  • – – – –

Extracto del libro:  “El cristiano con toda la armadura de Dios” de William Gurnall

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar