​David alabó las obras maravillosas de Dios cuando pensó en la manera en que Dios le formó y conoció cada detalle de su pequeño cuerpo, aún antes de que naciera. (Sal.139:13-16) Pero el cuerpo es solo el exterior de la persona. Dios también hizo a los seres humanos con la capacidad de amar y pensar, y en este sentido y otros, somos hechos a la semejanza de Dios. Fíjate que tambien ha obrado la providencia en los primeros días de tu vida en este mundo, te ha conducido a través de muchos peligros, hasta llegar al lugar que Dios se propuso para ti.

La providencia en el tiempo y el lugar de nuestro nacimiento

Dios ordenó el tiempo y el lugar donde naciste. No todos los países son igualmente placenteros para vivir y aquellos que viven en un lugar donde Dios es adorado verdaderamente y las buenas noticias de salvación por su hijo Jesucristo son anunciadas abiertamente, han sido favorecidos de forma especial por la providencia. La bondad de la providencia se ve en aquellos cuyos padres fueron creyentes. Sus oraciones, sus enseñanzas y su ejemplo les estimularon a buscar el conocimiento de Dios y la vida eterna. Pero aún en aquellos cuyos padres no fueron creyentes, se ve la providencia especial manifestada en darles el deseo de conocer a Dios cuando todos a su alrededor no tienen tal deseo y se opusieron a Dios y a sus caminos.

La providencia en nuestro nuevo nacimiento
La providencia se ve más claramente en la forma en que Dios hace volver a los hombres y mujeres de su forma de pensar, y les da un conocimiento real de Él mismo. Este es el mayor beneficio que uno jamás pudiera recibir de la providencia; y le gustará pensar y hablar sobre ello. La experiencia de Jacob en Bethel fue siempre muy dulce en sus pensamientos. (Gen.28:10-22) Otros creyentes también han tenido su “Bethel”, su lugar donde Dios impresionó profundamente sus corazones, el cual nunca olvidarán.
La extraña y maravillosa manera en que la providencia obra trayendo personas al conocimiento de Dios se ve en muchos ejemplos de la Biblia. Una niña que fue llevada en cautiverio de la tierra de Israel fue dada como sierva a la esposa de Naamán quien era general del ejército del rey de Siria. Esta muchacha habló a su ama del poder de Dios manifestado por medio del profeta Eliseo, y así Naamán fue curado de su lepra. (2 Rey. 5:3) Cristo tuvo que pasar por Samaria y al mediodía descansó en el pozo de Jacob. Un gran número de buenas providencias resultaron de ese acontecimiento “ordinario”.

La mujer samaritana fue convertida y después muchas otras personas de aquella ciudad. (Jn.4:4-42) Felipe se acercó al carro del eunuco justo en el momento cuando estaba preparado para recibir la primera luz del conocimiento de Cristo, pues se encontraba leyendo el libro del profeta Isaías. (Hech. 8:26-35) Desde los tiempos antiguos la providencia ha usado muchas y distintas maneras para llevar a los hombres a Cristo. Una página de un buen libro que fue utilizada para envolver una compra del mercado fue el medio usado para convertir a un predicador en Gales. La lectura de un buen libro a menudo ha sido el medio para traer a personas a Cristo. En ocasiones los predicadores estimulados por un motivo u otro han cambiado su sermón a última hora, y algunos de sus oyentes han sido traídos al conocimiento del Salvador. Algunos carceleros han sido convertidos por medio de las palabras de hombres buenos encarcelados, como por ejemplo el carcelero de Filipos en los tiempos de Pablo. (Hechos 16:25-31) Hombres malvados han asistido a escuchar a un predicador con el fin de burlarse y causar problemas,  pero Dios intervino convenciéndoles de sus pecados y conduciéndolos a buscar el perdón. Conocí a un joven que vino a Inglaterra en un barco procedente de los Estados Unidos. El joven trató de suicidarse y estaba muy cerca de morir. Lo vi en la mañana, después de su intento de quitarse la vida y le hablé de la necesidad de arrepentirse y creer en Cristo para recibir la vida eterna. El joven invocó a Dios pidiéndole que obrara este cambio en su alma. Me fui sin la esperanza de volver a verlo en este mundo, pero lo encontré aún vivo por la tarde. Me dijo que el Señor le había ayudado a arrepentirse de sus pecados, pero que algo le mantenía todavía inquieto. Me preguntó si sería eficaz la sangre de Cristo para él puesto que al intentar suicidarse había derramado su propia sangre. Le contesté que Cristo derramó su sangre aún por algunos de los que con manos inicuas derramaron la sangre de Cristo, algo peor de lo que él había hecho. Entonces me dijo, “Iré a Cristo para que haga conmigo lo que quiera”. La siguiente mañana, ante la sorpresa de todos, estuvo bastante mejor y más tarde se recuperó completamente. Por fin regresó a los Estados Unidos y un amigo me escribió que Dios había realizado una obra grande en él. ¡Cuán extraños son los caminos de la providencia al guiar a los hombres a Cristo! Tal como la providencia ordena extrañamente los eventos cuando despierta las almas, así también esta obra continúa hasta que las almas son completamente salvadas. Yo recuerdo la historia de un hombre que fue convertido de su mala manera de vivir y de sus malas compañías. Pero pasado algún tiempo fue tentado a regresar al camino del mal. La providencia le condujo a ver su condición, trayendo a su mente el Proverbio 1:24-26. Estaba muy inquieto pensando que su pecado no podría ser perdonado. Pero Dios le enseñó en la Escritura Lucas 17:4 y esto le produjo una paz firme en su mente y en su corazón. Había una buena mujer que sentía que Dios le había dejado. Poco después se encontró en un estado de desesperación tan profunda que rehusaba todo consuelo. Un día un ministro del evangelio fue a verla. Ella tomó un vaso de la mesa y dijo: “Estoy tan segura de ser condenada, como es seguro que este vaso se quebrará al dejarlo caer.” Ella arrojó el vaso hacia el suelo con toda su fuerza, pero ante la sorpresa de ambos, el vaso no se quebró. El ministro le mostró que esto era la obra de la providencia y desde ese entonces su estado mental se mejoró grandemente.  

Ahora, ¿Estás tan agradecido como deberías estarlo por esto, el favor más grande de todos, es a saber tu nuevo nacimiento? Hay muchas clases de misericordias dadas a los hombres por la mano de la providencia, pero ninguna como ésta. Piensa cómo la providencia tenía un propósito para tu bienestar eterno cuando ni siquiera lo entendías. Los pensamientos de Dios no son los nuestros, pero como el cielo es más alto que la tierra, así sus caminos son más altos que los nuestros, y sus pensamientos más altos que los nuestros. (Isa.55:8-9) Zaqueo no tenía ninguna idea de lo que le pasaría cuando subió al árbol para ver pasar a Cristo por el camino. Cuán cariñoso fue el propósito que Cristo tenía para él. Cristo fue a la casa de Zaqueo convirtiéndose no solo en su invitado, sino también en su salvador. (Luc.19:2-10) Cuán poco pensaste en el propósito de la providencia cuando acudiste por una razón u otra a escuchar la predicación de la palabra de Dios. Esto te trajo el mensaje de la salvación. Muchas cosas buenas llegan a los hombres por la mano de la providencia, pero no hay nada que se compare con este bien espiritual (el nuevo nacimiento). Este bien especial procede del amor especial de Dios y es concedido solo a los escogidos de Dios. (1 Tes.1:4-5) Así la salvación fue hecha absolutamente segura. Mientras que miras hacia atrás  cuando fuiste escogido por Dios antes de la fundación del mundo, también puedes ver hacia adelante cuando tu salvación será completa. Este bien espiritual es eterno; todavía quedará aún cuando padre, madre, familia, posesiones, salud y la misma vida se hayan ido.

​Extracto del libro: el misterio de la Providencia, de John Flavel

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