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Los tiempos de gran bendición espiritual pueden ser, y frecuentemente son, por la malicia de Satanás y la debilidad de nuestros corazones, tiempos peligrosos de tentación. Pablo sabía esto. Tan pronto como recibió revelaciones espirituales gloriosas de Dios también fue abofeteado por un mensajero de Satanás (2 Cor.12: 1-9). Los tres discípulos en el monte de la transfiguración experimentaron lo mismo. Pedro dijo, «Señor, bueno es que nosotros estemos aquí.» Sin embargo, al poco rato que bajaron del monte, se enfrentaron con una posesión demoníaca y también con los representantes de una «generación incrédula y perversa» (Mat.17:4, 17: 14:17). Jesús mismo experimentó esto. Cuando fue bautizado, escuchó una voz del cielo diciendo, «Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia”. De inmediato leemos, «Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (Mat.3: 17; 4: 1).

El diablo sabe que podemos estar tan llenos de gozo que no velamos contra sus maquinaciones. El diablo usa estas oportunidades para su propia ventaja. Si Dios te bendice espiritualmente, puedes regocijarte grandemente. Pero no digas en tu corazón, «Nunca seré conmovido» (Sa1.30:6) porque no sabes cuán pronto Dios podría esconder Su rostro ni cuando un mensajero de Satanás será enviado a abofetearte. En tiempos de bendición espiritual, deberíamos ser especialmente vigilantes para que una bendición no se convierta en una maldición.

Debemos señalar otro punto importante acerca de las bendiciones espirituales. Hay bendiciones espirituales genuinas que debemos desear ardientemente, pero nunca debemos olvidarnos de que a veces hay personas que se engañan a sí mismas pensando que están llenos del amor de Dios cuando en realidad es su propia imaginación. (Por ejemplo, hoy en día, es frecuente ver este tipo de engaño entre los grupos pentecostales). ¡A cuán grandes estragos pueden conducirnos estas falsas experiencias! Si una persona se jacta de sus experiencias del amor de Dios llenando su alma y sin embargo, vive como una persona mundana, se está engañando a sí misma y está en peligro de sufrir una gran decepción.

Debemos velar en tiempos de autoconfianza

Cuando una persona está llena de confianza en sí misma, normalmente la tentación está cerca. Pedro nos da una ilustración triste de esto cuando se jactó, «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré… Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré.» (Mat.26:33-35) Fue solamente un corto período de tiempo después de estas palabras cuando Pedro hizo lo que afirmaba que nunca iba a hacer y lloró amargamente por ello. Dios usó esta caída de Pedro para enseñarle a él y a nosotros la necedad de confiar en nosotros mismos.

Este mundo esta lleno de tentaciones y de enseñanzas falsas. Hay algunas personas necias que parecen confiar en que ellos no caerán aunque otros hayan caído. No seas como ellos: “De acuerdo.  Pero ellas fueron desgajadas por su falta de fe, y tú por la fe te mantienes firme.  Así que no seas arrogante sino temeroso” (Rom 11:20) Si somos sabios, no tendremos ninguna confianza en nosotros mismos y pondremos nuestra confianza en el poder preservador de Dios.

Lo primero acerca de velar es saber para que estemos velando. Estamos velando por los tiempos peligrosos en los que somos más propensos a entrar en la tentación. De esta manera, al ser conscientes de los peligros, estaremos mejor preparados para tratar con ellos.

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Extracto del libro: “La tentación” de John Owen

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