En ARTÍCULOS

La Biblia dice que tenemos los recursos necesarios para nuestra vida, porque estamos unidos a Cristo en su muerte y resurrección. «Porque somos sepultados juntamente con el para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva» (Rom. 6:4).

Porque El murió, nosotros también morimos. Porque El fue sepultado, nosotros también fuimos sepultados (el bautismo es un símbolo de esto). Porque El fue resucitado de entre los muertos, nosotros somos levantados para llevar un nueva forma de vida. Podemos vivir la vida cristiana porque nos hallamos unidos a Cristo.

 Llevamos fruto por causa de nuestra unión a Cristo. Jesús dijo: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos» (Juan 15:1-8). Estas palabras son muy importantes. Las ramas dependen de la planta para poder vivir; se mueren y no sirven para nada si son cortadas. De la misma manera, Jesús dijo que los creyentes no pueden hacer nada separados de Él. Para poder dar fruto (es decir, una vida que agrada a Dios) debemos estar unidos a Cristo.

Además, cada uno de nosotros tiene dones espirituales por estar unido a Cristo. Pablo habla en 1 Cor 1:5 de los dones de Dios a su pueblo, y nos dice que hemos sido enriquecidos en todas las cosas, en toda palabra y en toda ciencia. Cristo, como Cabeza de la iglesia, da a su cuerpo todos los dones y favores necesarios para edificada.

Además, la unión con Cristo es de gran importancia para poder vivir y experimentar la vida cristiana. …Pablo dice: «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.» (Col. 3:1,2). ¿Por qué debemos hacer esto?

«Porque habéis muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. » (Col. 3:3). Pablo dice que el creyente debe estar «muerto» al mundo, pero «vivo» para con Cristo. Debemos a todo momento tener presente en nuestra mente la realidad de nuestra unión con Cristo y luego, vivir de acuerdo con esta verdad.

En 1 Cor. capítulo 6, Pablo habla sobre la impureza sexual. Los creyentes deben huir de la inmoralidad sexual (v. l8) y esto porque sus cuerpos están unidos a Cristo. Aquellos que están unidos a Cristo no pueden unirse a una prostituta. La Biblia dice que al unirse un hombre y una mujer, forman «una sola carne». «Pero el que se une al Señor, un espíritu es con El.» (Versículos 15-18) Tanto el cuerpo como el alma del creyente están unidos a Cristo. La unión con Cristo envuelve a toda la persona.

Dios tiene a su pueblo unido a Cristo en la culminación de la redención

¿Seguimos unidos con Cristo hasta el final de nuestro rescate? ¿Qué podemos decir en cuanto al porvenir? Esta culminación o perfeccionamiento vendrá en dos etapas: primera, nuestra muerte; segunda, la venida del Señor y la resurrección de nuestros cuerpos. Dios nos ha unido a su Hijo amado y nos ha dado su Espíritu. En el momento de separar nuestra alma del cuerpo, Dios limpiará todo remanente de pecado que haya, y veremos a nuestro Salvador. Al conocer esto, debe desaparecer el miedo a la muerte.

Después de la muerte, ponen al cuerpo en un ataúd y luego lo entierran. Con el correr de los años, se convertirá en polvo a no ser que el Señor venga por segunda vez antes de que esto ocurra. «Está establecido para los hombres que mueran una sola vez» (Heb. 9:27). Pero las Escrituras nos dan una esperanza gloriosa para enfrentar estos oscuros pensamientos. ¿Cuál es la esperanza que nos dan?

  1. El pueblo de Dios muere en unión con Cristo. Cuando el alma deja el cuerpo, la unión existente entre Cristo y el creyente sigue. Pablo se refiere a los cuerpos de los creyentes cuando escribe: «Los muertos en Cristo resucitarán primero.» (1 Tes. 4:16). De esto entendemos que los muertos, aún sus cuerpos, siguen en unión con Cristo. Las Escrituras también dicen: «EI Espíritu de Dios mora en vosotros» (Rom. 8:9) y  «Vuestros cuerpos son miembros de Cristo» (1 Cor. 6:15) y «Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo» (1 Cor. 6:19). La muerte no puede romper esa unión. Estos hechos nos dan gran consolación. La descomposición del cuerpo no puede acabar con una misión que tiene su principio desde antes de la creación y que continuará en el cielo: “Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor” (Apoc. 14:13).
  2. Hablando más de la esperanza que el creyente tiene, el pueblo de Dios resucita en unión con Cristo. «Porque así como en Adán (en unión con Adán) todos mueren, también en Cristo (en unión con Cristo), todos serán vivificados.» (1 Cor. 15:22). Pablo se refiere a la resurrección del cuerpo. Habrá algunas diferencias entre el cuerpo físico y el cuerpo que va a resucitar. «Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual» (1 Cor. 15:43,44). Pero este cuerpo que es sepultado, aún unido a Cristo, resucitará. Es verdad que los incrédulos no ven nada especial en los creyentes. Los creyentes se parecen a cualquier persona. Cuando estos mueren, las demás personas no ven sino que sus almas se han separado de sus cuerpos”.

Pero cuando venga Cristo, Dios mostrará al mundo que los creyentes son su pueblo unido a

Cristo. La Biblia dice: “La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios” (Rom 8:19 NVI) Los creyentes no se convertirán en hijos de Dios cuando Cristo venga por segunda vez; ellos ya son hijos de Dios. Pablo al escribir a los colosenses decía: «Cuando Cristo, vuestra vida se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con el en gloria. » (Col. 3:4). Dios aclarará a todos, lo que significa la unión de los creyentes a Cristo. 

En una palabra, la unión con Cristo mira hacia atrás, hacia la elección que Dios hizo antes de la creación del mundo. También mira hacia adelante, hacia el porvenir, a la glorificación de los hijos de Dios. Nuestra unión con Cristo va desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, no tiene ni principio ni fin, en cuanto al plan de Dios.

Siendo tan grande la bendición en el Hijo de Dios, y puesto que Dios en el evangelio se la ofrece gratuitamente a todos los  pecadores, no hay crimen más grande que el de despreciar a este bondadoso Salvador. La ira de Dios está sobre todo aquel que desprecia a Cristo. Y los creyentes tienen que mantener su comunión con Cristo, alimentándose de Él por medio de la oración y la lectura de la Biblia. El diablo hará todo lo posible por estorbar y distraer para no permitir que esto se haga. Si tiene éxito, la fe de los creyentes se debilitará cada vez más. La comunión permanente con Cristo protege a los creyentes de la tentación de pecar. Que Dios nos dé entendimiento en estas verdades y nos haga adoradores de este Salvador glorioso y nos llene de gratitud por tener una salvación tan grande.

—-

 Extracto tomado del libro: Unión con Cristo, de Albert N. Martin

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar