En SERIES DE PREDICACIONES
​Cristo se expuso a la maldición de la ley, para que el juicio de Dios no recayera sobre su pueblo.  Pero, ¿Había algo en nosotros que nos hiciera merecedores de la gracia divina? ¿Había algo que pudiéramos aportar para que Dios nos salvase de la situación en la que nos encontrábamos delante de su ley y que nos condenaba sin remedio? ¿Había algo que fuese bueno en nosotros que llevó a Dios a querer salvarnos?   
El apóstol Pablo nos expone ante la situación en la que se encuentra el hombre:
Rom 3:10  Como está escrito:
 No hay justo, ni aun uno;
 Rom 3:11  No hay quien entienda,
 No hay quien busque a Dios.



Nacemos en la más absoluta corrupción. Incapaces de movernos hacia Dios.  Con una enemistad patológica en nuestros miembros que rechazan todo lo que tenga que ver con Dios y con su Palabra.    Si esto es así,  ¿cuál es la causa por la que Cristo nos salvó?  ¿Por qué razón?    La Palabra de Dios nos muestra que la diferencia entre aquellos que oyen su voz y le siguen, y el resto de la humanidad no tuvo nada que ver con lo que habia en el hombre, porque no tenía nada que aportar, la diferencia la hizo únicamente Su gracia. 
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Estudios sobre el evangelio de Juan